Nyhellênja y Min-erva
por Hyranio Garbho
El Oera Linda habla de una sacerdotisa de la ciudad de Walcheren cuyo
nombre era Min-erva -conocida también como Nyhellênja por los hombres de
mar. De ella dice que gobernó en el
Burgo de Walhallagâra alrededor del año 1600 antes de Cristo. Abrumada por las instigaciones de Kålta, otra
sacerdotisa, abandonó Walcheren y marchó con Jon, un príncipe del mar, a conquistar
el mediterráneo. Tras recalar en muchos
puertos -entre los que el Oera Linda cuenta a la propia Thyrhisburgt, la ciudad
fundada por Tünis (posiblemente Pantelaria)- llegaron a las costas de Grecia,
que los frisones llaman Krêkalânda, y en un lugar llamado Attika Min-erva fundó
una ciudad que llamó Athenas. El Oera
Linda dice:
"Cuando Jon
alcanzó el mar mediterráneo (...) se fue con su flota directo a Lydia
(África)... pero Min-erva dijo: "No se acerquen, porque aquí el aire ha
sido largamente envenenado por los sacerdotes" (...) Cuando llegó la
noche, Jon cambió su rumbo hacia la distante Krêkalênda (Grecia). Al final
arribaron a un país que se veía muy árido, pero se encontraron con un puerto
allí. Aquí Min-erva dijo: "quizá, en este lugar, no debamos tener miedo
alguno de los príncipes o sacerdotes, ya que ellos siempre se buscan las tierra
ricas" (...) Cuando Min-erva hubo explorado el país que es llamado por
sus habitantes Attika vio que su gente eran todos pastores de cabra, y que
vivían de la carne, de las raíces silvestres, de las hierbas y de la miel.
Estaban vestidos con pieles, y tenían sus viviendas en las laderas de los
cerros, por lo cual se les llamaba hellingers (habitantes de las laderas). Al principio huyeron, pero cuando
supieron que no los atacaríamos regresaron y se mostraron muy amistosos.
Min-erva les preguntó si podíamos asentarnos allí pacíficamente. Esto fue
aceptado bajo la condición de que les ayudáramos a pelear contra sus vecinos,
quienes constantemente venían a llevarse a sus niños y a robar sus viviendas.
Entonces construimos allí una ciudadela a unas cuantas horas de distancia del
puerto. Por consejo de Min-erva ésta fue llamada Athenia, ya que dijo que
quienes vinieran después de nosotros debían saber que no estábamos aquí por
insidia o violencia, sino que habíamos sido recibidos como amigos"[1].
Más allá de la
probabilidad o no de este relato hay algo en él que ha podido ser
comprobado. La palabra
"Atenas" no tiene raíz griega; y, en cambio, sí la tiene en lengua frisona. En griego, esta palabra se dice sólo en
plural, lo que es también coincidente con el frisón "âtha" -de donde
derivaría la palabra "atenas"- que también viene dicho en plural y
significa "amigos". Pero esto
no es todo. El relato frisón nos dice que
Min-erva era conocida por los marineros como Nyhellênja. En el Oera Linda Nyhellênja es llamada a
veces también Hêllênja. El nombre
"Hêllênja" evoca, en todo, el nombre "Helena", con el que
es conocido todo el país de los griegos en el mundo antiguo. Esto no pudo ser
inventado por unos supuestos falsificadores. Los nombres Nyhellênja y Hêllênja
son prácticamente idénticos. Y no sería
descabellado pensar que los griegos deben su nombre a esta sacerdotisa frisona,
divinizada más tarde en la figura de Atenea (que en frisón significa
"amiga"), y conocida en el mundo romano como Minerva.
Nyhellênja fue
efectivamente una diosa germana venerada en Walcheren, Zelanda (suroeste de
Holanda), donde aun se conservan más de 160 altares votivos consagrados a ella. También se le veneró en Alemania,
particularmente en Colonia, donde recientemente se han descubierto dos altares
consagrados a su divinidad. En la
mayoría de estos altares la diosa es representada como una muchacha en un
ábside, ora sentada en un trono con una canasta de manzanas a su lado, ora de
pie sobre una embarcación, generalmente acompañada por un perro o un lobo que
parece estar aullando a su lado. En
todos estos lugares Nyhellênja fue venerada como patrona de los hombres de
mar. Las inscripciones en sus altares
hacen siempre referencia a estos hechos.
Allí los marinos le imploran por la seguridad en la navegación del mar
del norte; o le agradecen cuando han podido surcar estos mares con éxito. Otras inscripciones piden o agradecen a
Nyhellênja por custodiar y mantener a salvo los bienes de una flota durante la
navegación. Este es un dato muy
interesante. Herman Wirth, traductor del
Oera Linda al alemán, dice que el nombre de Min-erva puede no ser un nombre,
sino un título. Basado en la evidencia
que esta Diosa era custodia de los bienes y las posesiones de los marineros
mientras surcaban los mares, Wirth advierte que "Min-erva" significa
precisamente esto, "Mis Bienes", "Mis posesiones", "Mi
heredad". Hay, en el propio Oera
Linda, un pasaje que ratifica esto. Allí
se puede leer:
"Cuando Nyhellênja, cuyo nombre real era Min-erva,
estuvo bien establecida, y los krekalander
la amaron tanto como lo hizo su propio pueblo, vinieron a su ciudadela algunos
príncipes y sacerdotes y le pidieron un lugar donde dejar sus posesiones. Hellênja respondió: 'Yo llevo mis posesiones en mi propio pecho. Lo que he heredado es el amor de la
sabiduría, de la justicia y la libertad.
Si pierdo éstas llegaré a ser como la más vil de vuestras esclavas;
ahora os doy estos consejos a cambio de nada, pero luego os los venderé'. Los nobles se alejaron riendo y diciendo: 'Somos Vuestros humildes sirvientes, sabia
Hellênja'. Pero se extralimitaron en esto, por lo que la gente llegó a
tomar este nombre como un nombre de honor (¿Como un título?)[2]"
Es
probable que los sacerdotes hayan ido donde ella a pedir donde dejar sus
posesiones porque era ella, entre marineros, la custodia de estos asuntos. Pero ella rechaza custodiar los bienes de los
sacerdotes por ser éstos hipócritas y aduladores. Las posesiones de Nyhellênja, no obstante, no
son cosas tangibles. Ella custodia, más
bien, bienes inmateriales, como la sabiduría, la justicia y la libertad. Éstas son sus posesiones. Herman Wirth advierte que en frisio "mis
posesiones", "mis bienes", en plural, se dice: "Mina
Erva". De donde se sigue, sin mucha
dificultad, que éste pueda haber sido, más bien, un título y no un nombre. Por esa razón, quizá, Nyhellênja fue llamada
Min-erva (nótese que en frisio este nombre se escribe con un guión intermedio
que separa la palabra "Min" de "Erva").
Establecido
como altamente probable que Nyhellênja haya sido efectivamente llamada
Min-erva, por las razones antes invocadas, resta analizar sobre este tópico una
última cuestión. Ésta atañe al parecido
del nombre "Min-erva" con el nombre "Minerva" que recibe la
conocidísima diosa romana. Pero también
al paralelo inequívoco que es posible establecer entre una y otra diosa. Después de todo, Minerva es considerada el
equivalente romano de la diosa griega Atenea, con quien ya ha sido identificada
Nyhellênja.
La
etimología del nombre Minerva se pierde en la noche de los tiempos y no existe
seguridad alguna sobre su origen.
Algunos pretenden que este nombre es etrusco; pero no ofrecen ninguna
prueba al respecto. La etimología
ofrecida por Wirth no sólo es altamente satisfactoria, sino, además, plenamente
coincidente en muchos de los rasgos advertidos en Nyhellênja -y de los que dan
prueba las diversas inscripciones que se han conservado en sus altares. Si ello es así la identificación entre
Nyhellênja, Minerva y Atenea queda apenas a un paso de ser definitivamente
establecida. Que Minerva y Atenea son, arquetípicamente hablando, la misma
Diosa, está fuera de discusión. Que Minerva-Atenea es la Diosa germana
Nyhellênja resulta muy probable, siguiendo el relato del Oera Linda. Pues si Minerva significa efectivamente, en
lengua germana antigua, "Mis posesiones" o "Mi heredad", y éste
es un rasgo de Nyhellênja, el paralelo entre una y otra queda plenamente
justificado. Minerva no es una palabra
latina; en cambio, sí lo es germana.
Incluso, en el moderno alemán, la expresión "Mis herederos",
cara a "Mi heredad", se dice: "Meine Erben", que puede ser
perfectamente comprendida como una evolución tardía de "Mine
Erva". Tampoco el nombre Atenea es
griego; pero sí es germánico, frisón -y esto ya lo vimos. De allí deducimos que el Oera Linda puede
tener asidero en lo que se refiere a estas historias. Pero, por cierto, hay todavía más.
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