domingo, 20 de octubre de 2013

El Misterio del Oera Linda VI


Análisis de los "supuestos" 
Anacronismos en el Oera Linda

por Hyranio Garbho

Una de las críticas más recurrentes al Oera Linda tiene que ver con los anacronismos.  Se imputa al texto estar plagado de ellos; y se ha hecho recaer en esto el principal resquicio en contra de su autenticidad.  Nosotros creemos que estas críticas no son infundadas del todo.  Hay asidero en muchas de ellas.  Pero también pensamos que muchos de los así llamados anacronismos no lo son en verdad; y pueden explicarse, cuando no refutarse, en base a una argumentación muy sencilla -la que es altamente probable y ha pasado inadvertida hasta hoy.  Sostenemos que si hay anacronismos en el texto éstos pueden ser perfectamente imputables al copista o al cronista del Oera Linda; y hay razones fundadas para inclinarse a pensar así. Para esto, hay que partir por resolver cuáles podrían ser eventualmente "anacronismos", y cuáles efectivamente no lo son.  Ello nos impone la tarea de tener que distinguir, entre éstos, dos tipos o clases distintas: los que vienen determinados por hechos que no pudieron suceder como los narra el Oera Linda, por estar desfasados en el tiempo o lugar (según lo que nos viene enseñado por la historiografía oficial); y los que responden a formas sociales o estructuras de pensamiento imposibles de achacar a determinados pueblos o regiones, por reflejar inquietudes típicas de épocas posteriores (como las del siglo XIX, por ejemplo). 

El anteriormente analizado relato de los viajes de Tünis al mediterráneo respondería al primer tipo de estos anacronismos propuestos aquí. En él se dice que Tünis llegó a las costas fenicias en una época, el 2000 a.C., en la que no hay evidencia que haya habido allí fenicios.  Luego, se afirma, esto tiene que ser un anacronismo.  Pero no se ha escrutado la posibilidad de que la palabra "fenicio" allí sea un agregado del copista; e incluso, en alguna medida, también, del cronista.  No hay que olvidar que el Oera Linda fue fijado como texto por primera vez en el siglo V antes de Cristo, en una época en que los fenicios eran ampliamente conocidos en todo el mundo mediterráneo.  El cronista pudo haber querido decir que Tünis llegó a una región que en su tiempo (el siglo V antes de Cristo) estaba ocupada por fenicios -aunque no lo hayan estado en los días en que Tünis (esto es, quince siglos antes) llegó efectivamente allí.  Si el texto original hubiera sido escrito en el año 2000 a.C. éste sería efectivamente un anacronismo; pero el copista dice que fue escrito en el siglo V antes de Cristo -por lo menos el pasaje que estamos analizando- en una época en que la palabra "fenicio" y el pueblo al que ésta remite, eran largamente conocidos.  Así, no parece que éste sea verdaderamente un anacronismo.

El Oera Linda fue escrito -por lo menos la parte más antigua de éste- en el siglo V antes de Cristo.  Pero narra historias que acontecieron unos diecisiete siglos antes.  En ello podría residir un principio fácil de explicación de todos los anacronismos. Pues al estar sus autores tan lejos en el tiempo de los hechos que narran se explica fácilmente que hayan podido incurrir en tantas y tan comunes imprecisiones.  Esto no es nada anormal; por el contrario, es algo muy común -e incluso esperable. Admitirlo constituiría un ejercicio de honestidad intelectual, inclusive para los detractores más acérrimos del Oera Linda.  Pues, después de todo, no cuesta mucho imaginar que un cronista del siglo V a.C. haya podido carecer de la formación más elemental con que cuenta un historiador moderno.  Puestas así las cosas, resulta que los anacronismos, antes utilizados para impugnarle autenticidad al texto, hoy podrían muy fácilmente convertirse, por estas razones, en todo lo contrario.

Pero persiste todavía un hecho espinoso.  Hay, entre los anacronismos del Oera Linda -esto ya lo dijimos- los que son de dos tipos: los que refieren en los hechos desfases espacio-temporales; y los que parecen ser construcciones subjetivas de un tiempo muy actual.  Es a este segundo tipo de anacronismos a los que dedicaremos las siguientes líneas.

En un pasaje significativo del capítulo titulado "Las Leyes del Gobierno de Los Burgos" puede leerse lo que sigue:

"Si ella (la Volkmoder) es llamada a decidir sobre cualquier asunto judicial entre un Grêvetman y la comunidad, deberá inclinarse siempre hacia el lado de la comunidad, con el fin de conservar la paz;  porque es mejor que un solo hombre sufra a que lo hagan muchos"[1]

He aquí lo que consideramos como un anacronismo puro.  Pasajes como éste podrían invocarse muy fácilmente en favor de la inautenticidad del manuscrito.  Lo que en él se lee nos parece dudoso, cuestionable y muy probablemente anacrónico.  La frase del pasaje que vuelve este articulado sospechoso es "...y porque es mejor que un solo hombre sufra a que lo hagan muchos".  Una simple lectura a estas líneas hace evocar el texto neo testamentario de Juan 11, 49-50 en la que Caifás, sumo sacerdote judío, aparece diciendo: "... Vosotros no sabéis nada, ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca".

En otro pasaje del Oera Linda hallamos un capítulo entero que nos parece destacable en la perspectiva del debate de los anacronismos.  Éste se titula "Los Escritos de Minnos II"[2].   Hacia la parte intermedia del capítulo puede leerse lo que sigue:

"En otro tiempo, cuando la peste asolaba el país, vinieron ellos (los sacerdotes) con una tropa entera de gente y dijeron: "Estamos todos haciendo ofrendas a los dioses para que ellos puedan llevarse lejos la peste.  ¿No nos ayudáis a rechazar su ira? ¿O habéis traído vosotros mismos la peste a la tierra, con todas vuestras artes? "  "No", dijo Min-erva, "No conozco ningún dios que haga el mal, por lo que no puedo pedirles que hagan el bien.  Yo sólo sé que hay un espíritu bueno, que es el de Wr-alda, y como él es bueno, nunca hace el mal".  "¿De dónde entonces viene el mal?", preguntaron los sacerdotes.  "Todo el mal viene de vosotros, y de la estupidez de la gente que se deja embaucar por vosotros" Respondió Hellênja.  "Si vuestro Dios es, entonces, extremadamente bueno ¿Por qué no aparta el mal?" preguntaron los sacerdotes.  Hellênja respondió: "Frya nos ha puesto aquí, y Kroder, esto es, la Rueda del Tiempo, debe hacer el resto.  Para todas las calamidades pueden hallarse consejos y remedios, pero Wr-alda quiere que debamos buscarlas por nosotros mismos, a fin de que podamos llegar a ser fuertes y sabios.  Si no hiciéramos esto, él nos abandonaría a nuestros propios medios, a objeto de que podamos experimentar los resultados de una conducta sabia o estúpida"[3]. 

Este pasaje evoca las clásicas discusiones teológicas de la Europa medieval sobre el origen del mal y el rol de Dios en ello.  También recuerda los debates teológicos de los protestantes del siglo XIX sobre el mismo particular.  Es, de hecho, en apariencia, un diálogo imposible, en la perspectiva de la ética que conocemos de los pueblos germánicos de antes del advenimiento del cristianismo.  Hay algunos antecedentes de esta forma de pensar en los diálogos juveniles de Platón.  Pero no sería descabellado pensar que en verdad corresponden a una intercalación tardía al texto.

En otro pasaje del mismo capítulo se lee:

"La gente comenzó a burlarse y a mofarse, por lo que ella no se atrevió a continuar con el tema.  Y se habría pensado que los sacerdotes convocarían a una asamblea del pueblo para echarnos del país; pero en vez de esto, en lugar de maltratarla, marcharon desde el pagano Krekaland hacia el Alpa, proclamando que Dios todopoderoso se había complacido en enviar, sobre el mar, en una nube, a su inteligente hija Min-erva, llamada también Nyhellênja, para dar a la gente buenos consejos; y para que todos quienes le escucharan se enriquecieran con sus palabras y fueran felices y gobernaran, al final, en todos los reinos de la tierra. Por esto le erigieron estatuas en todos sus altares.  Anunciaron y entusiasmaron a la gente común con consejos que ella nunca había dado. Y relataron milagros que ella nunca hizo.  Astutamente se hicieron los dueños de nuestras leyes y costumbres; y con destreza e ingenio fueron capaces de explicarlas y difundirlas a su alrededor"[4].

En estas líneas, quizá más claramente que en el ejemplo anterior, puede apreciarse un tipo de anacronismo de la segunda clase descrita por nosotros.  Es casi un relato fabulado de lo que ha sido hasta hoy la historia del cristianismo, según un particular punto de vista.  Analicemos esto por parte.  Primero, el texto dice de Nyhellênja que, en lugar de ser maltratada por los sacerdotes, éstos "marcharon desde el pagano Krekaland hacia el Alpa, proclamando que Dios todopoderoso se había complacido en enviar, sobre el mar, en una nube, a su inteligente hija Minerva, llamada también Nyhellênja, para dar a la gente buenos consejos".  Esto, visto desde una particular apreciación de la historia temprana del cristianismo, guarda muchas semejanzas con los hechos que acaecieron inmediatamente después de la muerte de Jesús. Sus discípulos -lo mismo que los sacerdotes en esta narración sobre Nyhellênja- se fueron más allá de los límites de Palestina (hacia Grecia, Egipto, Roma, etc.) proclamando que Jesús era un enviado de Dios y que había venido a este mundo, entre otras cosas, para dar su sabiduría a los hombres.  Luego el texto agrega, refiriéndose a Nyhellênja, lo que sigue: "Por esto le erigieron estatuas en todos sus altares.  Anunciaron y entusiasmaron a la gente común con consejos que ella nunca había dado. Y relataron milagros que ella nunca hizo".   Es ésta, a nuestro juicio, una clara alusión al cristianismo; y por lo mismo, un pasaje que califica muy bien para lo que hemos llamado anacronismo.  Lo mismo que el texto relata de Nyhellênja podemos decir que le aconteció a Jesús.  En su nombre los sacerdotes cristianos le erigieron estatuas en todos sus altares; anunciaron a destajo su segunda venida; pusieron en su boca cosas que son altamente improbables que haya dicho un judío del siglo I; y narraron milagros que no podemos estar ciertos que se produjeran.  En este sentido, la tesis de Jensma, analizada al inicio, se vuelve altamente atractiva.  Si nosotros quisiéramos mostrar, de una manera didáctica, cómo fue que desde Pablo el cristianismo ha sido una manipulación de la enseñanza, la obra y la vida de Jesús, con fines propios, una historia de Nyhellênja, narrada en estos términos, se nos representa como un relato muy adecuado -cuando no, una verdadera parodia sobre la vida de Jesús.  Es altamente probable que quien redactó estas líneas haya querido desmitificar a Jesús (o des-divinizarlo); es posible, también, que haya buscado minar el poder de las iglesias (católica o protestantes).  Después de todo, si es posible reconocer, en un antecedente anterior a Jesús, todos los vicios que después vendrán a desarrollarse en la Iglesia, una parodia como ésta sirve de anclaje para hacer más visible aun la situación que se busca enjuiciar.  Así, no es descabellado pensar que éste es también un anacronismo; aunque, como en todo este tipo de cosas, no podemos sostenerlo más allá de la especulación.

Hay, entre los que podemos calificar de anacronismos, uno particularmente interesante.  Se trata de una narración cuyas semejanzas con la figura neo-testamentaria de Jesús es todavía más evidente que en el ejemplo anterior.  El nombre del héroe de estas sagas, en frisio, es Jes-us.  De entrada ya se advierte que la semejanza no es cuestión de interpretación.   El Oera Linda dice que Jes-us vivió en el siglo VI a.C. y que era el hijo de un alto sacerdote y una princesa frisona de la región de Kasamyr.  Agrega que éste era un amor prohibido por lo que Jes-us fue ocultado y negado como hijo.  Llevado a vivir con los pobres de la ciudad creció plenamente consciente de su alto linaje, por lo que se procuró para sí adquirir toda la sabiduría que pudo.  De ese modo su inteligencia llegó a ser muy vasta; por lo que se agenció la admiración del pueblo y el temor de los sacerdotes.   Cuando fue adulto volvió con sus padres; pero éstos volvieron a rechazarle.  Abrumado por el dolor vagó por todo el país.  Entonces conoció a un marinero frisón quien le enseñó las costumbres de los hijos de Frya. A partir de entonces se dedicó a predicar el amor, la caridad, la justicia; y la intolerancia hacia los ricos y los sacerdotes.  La gente le conocía por el nombre de Kris-en; pero su amigo frisón le llamaba Bûda.  Los sacerdotes lo odiaban; por lo que Jes-us se vio obligado a huir del país.  Nada de esto, sin embargo, impidió que su doctrina y su enseñanza se extendiera por todas partes. Finalmente, tras doce años de viajar por diversos lugares, Jes-us murió.  El Oera Linda no aclara cómo.  Pero sí dice que sus amigos conservaron sus enseñanzas y se encargaron de llevarla donde fuera que hubiera gente predispuesta a oírlas.  ¿Qué pasó después de la muerte de Jes-us?  Dejemos que el propio cronista del Oera Linda nos lo aclare.

"Mientras la doctrina de Jes-us se extendía sobre el planeta, los falsos sacerdotes fueron a la tierra de su nacimiento a dar a conocer su muerte. Ellos dijeron ser sus amigos y fingieron sentir gran dolor rasgando sus ropas y afeitando sus cabeza. Se fueron a vivir en cuevas en las montañas, pero en ellas habían ocultado todos sus tesoros e hicieron allí imágenes de Jes-us. Dieron estas estatuillas a la gente sencilla.  Les dijeron finalmente que Jes-us era un dios; que esto él mismo se los había dicho a ellos y que todos aquellos que creyeran su doctrina entrarían luego en su reino, donde todo sería alegría y felicidad. Al advertir que ellos sabían que Jes-us se oponía a los ricos anunciaron por todas partes que la pobreza, el sufrimiento y la humildad eran la puerta de entrada a su reino y que los que habían sufrido más en la tierra debían gozar de la mayor felicidad allí. A pesar de que sabían que Jes-us había enseñado a los hombres a regular y controlar sus pasiones, ellos enseñaron que los hombres debían reprimir sus pasiones, y que la perfección de la humanidad consistía en ser tan insensible como las piedras frías. Con el fin de hacer creer al pueblo que ellos hacían lo que predicaban fingieron la pobreza hacia afuera y pretendieron haber superado todas sus pasiones sensuales no teniendo esposas. Mas si cualquier muchacha hubiera dado un paso en falso se le habría perdonado rápidamente. 'Los débiles -decían- serán asistidos, y para salvar sus almas los hombres deberán dar en gran medida a la Iglesia'.  Actuando así, tuvieron esposas y niños sin tener hogares, y fueron ricos sin trabajar.  Pero el pueblo se empobreció y llegó a ser más miserable de lo que había sido nunca.  Esta doctrina, que pedía de los sacerdotes poseer no más conocimiento que hablar con engaño y pretender ser piadosos mientras se actuaba injustamente, se esparció de Este a Oeste y vino también a nuestras tierras"[5].

Valga la extensión de la cita para ilustrar debidamente lo que es, fuera de toda duda, un auténtico anacronismo.  Para quienes somos conocedores de la historia del cristianismo es ésta una apretada forma de exponerla, bajo un particular punto de vista, contrario a la tradición de las Iglesias.  Pero veámoslo en detalle.  Hay en estos relatos sobre Jes-us dos clases de parecidos distintos: primero, están los que son circunstanciales; y luego, los que responden casi al calco a la historia del cristianismo.  También hay una serie de desemejanzas interesantes sobre las que cabe apuntar algunas líneas -sobre todo porque bajo la superficie de cada una de éstas yacen ocultan también bizarras formas de coincidencias y sincronías.  Vayamos con lo primero.  Las coincidencias circunstanciales son: a) Sus padres.  El Oera Linda dice que Jes-us era hijo de un alto sacerdote del pueblo de Finda y una princesa de origen frisón.  Del Jesús histórico también se puede decir algo muy similar en este sentido.  Los evangelistas señalan, a su modo, que tanto María como José descendían por línea directa del rey David[6].  De José se ha establecido que era un rabino; es decir, una especie de sacerdote. Si María es descendiente de David hay razones para imputarle un linaje real, y por tanto, la calidad de una princesa.  Sobre el rey David cabe destacar algo muy curioso -y hasta ahora pasado por alto. La Biblia dice que este rey era rubio y de bellos ojos (probablemente azules)[7], una característica más típica del pueblo frisón que de los habitantes de la región de palestina.  Si ello fuera así y María descendiera de él hay razones para pensar entonces en su probable origen frisio  b) Vivió entre los pobres.  El Oera dice que Jes-us creció entre los pobres del pueblo.  De Jesús también se puede decir algo similar.  Aunque ambos eran de naturaleza real vivieron, por diversas razones, entre la gente más humilde de sus respectivos pueblos.  c) La sabiduría y el temor de los sacerdotes.  El Oera Linda dice que Jes-us cultivó la sabiduría desde muy niño y que por ello se granjeó el temor[8] y la antipatía de los sacerdotes.  De Jesús también se predica algo similar.  El tópico del niño sabio que habla con los más altos dignatarios y sacerdotes de su pueblo es un lugar común en el relato del Oera Linda y en el documento neo-testamentario.  En Lucas puede leerse, por ejemplo, que cuando Jesús tenía doce años discutía con los sabios y los maestros de ley sobre complejos asuntos teológicos: la gente quedaba estupefacta al oírle y se maravillaban de su asombrosa inteligencia[9].  d) El contenido de la prédica.  El Oera Linda dice que Jes-us predicaba el amor, la justicia y la caridad por todas partes.  Lo mismo puede afirmarse también de Jesús.  Y aunque en general éstos son rasgos de la predica de la mayoría de los sublimadores de la humanidad hay algunos aspectos que ponen en sintonía de un modo mucho más enfático el perfil doctrinario de estos dos personajes.  Por ejemplo: Jes-us "enseñaba a la gente a no tolerar a los ricos o a los sacerdotes, y a protegerse a sí mismos contra la falsa vergüenza"[10].  También Jesús predispuso a su pueblo en contra de los fariseos y sacerdotes de su época[11].  Pero el Oera Linda, además, sugiere que estos sacerdotes representaban un rol parasitario en su sociedad.  En un pasaje significativo dirigido contra los sacerdotes se puede leer: "La tierra (decía Jes-us) otorgó sus tesoros a quienes trabajan, por lo que todos están obligados a cavar, a arar a sembrar si quieren cosechar; aunque nadie está obligado a hacer nada por otro, a menos que sea de buena voluntad".  Del mismo modo Jesús espeta cosas similares a los escribas y fariseos.  Por último, la antipatía entre los sacerdotes y Jes-us, por un lado, y Jesús y los fariseos, por otro, se refleja también en el hecho como éstos calificaban a ambos personajes: mientras los sacerdotes llamaron "Fo" (falso) al Jes-us del Oera Linda; los fariseos dijeron del Jesús histórico que era un blasfemo.  e) Los nombres de Jes-us.  El Oera Linda dice que Jes-us era conocido también como Kris-en y Bûda.  Jesús es llamado en los evangelios Cristo, que significa el ungido. La palabra Cristo deriva del verbo griego "crisein", "jrisein" o "krisein" (χρισειν) que es muy similar a la palabra "Kris-en".  Por otro lado, estos nombres también sugieren un paralelo con las figuras de Krishna y Buda.  Aunque "Kris-en" es también una forma de decir "Cristo", el vínculo con Krishna nos viene sugerido por la región en que se dice que predicó -Kasemyr, Cachemira, en la India antigua- y la presencia también del nombre de Bûda.  Krishna y Buda son dos avatares, encarnaciones de Visnú, la divinidad indostánica.  En cuanto encarnaciones son Dios hecho hombre.  Esto concuerda plenamente con lo que dice el cristianismo que es Jesús.  f) La extensión de su doctrina.  El Oera Linda dice que Jes-us se vio obligado a huir de la ira de los sacerdotes.  De Jesús se dice que fue crucificado a causa de la instigación de los fariseos.  Pero en uno y otro caso estos hechos no empañaron la obra de estos personajes.  Tanto la doctrina de Jes-us como la de Jesús logró extenderse más allá de los límites de su propio país.  Y en ambos casos son sus amigos o discípulos quienes se encargan de difundir su obra.  Es éste, por tanto, también, un caso típico de lo que hemos llamado coincidencias circunstanciales.  Formas de parecidos que se evocan y remiten mutuamente, siendo sus desemejanzas eventos muy menores, que atañen ora a las circunstancias, ora al tiempo; o al lugar.  Los parecidos casi al calco, en cambio, son los más presentes en el relato del Oera Linda.  Éstos no sólo refuerzan la hipótesis de la anacronía, sino que, además, culminan por constituirse en la mejor evidencia en favor de quienes se inclinan por su inautenticidad.  Pero veamos esto en detalle.  El Oera Linda dice que mientras se extendía la doctrina de Jes-us los falsos sacerdotes se fueron a la tierra de su nacimiento a informar su muerte. Allí fingieron ser sus amigos, rasgaron vestiduras y afeitaron sus cabezas.  El giro de lenguaje "rasgar vestiduras" no es propiamente frisón, nórdico o germánico.  Es judío y pertenece a la tradición de la Biblia.  Es lo que dice el texto neo-testamentario que hicieron personajes como Caifás, los escribas y los fariseos del Templo.  Luego el Oera Linda agrega que los sacerdotes hicieron imágenes y estatuillas de Jes-us y las dieron a la gente sencilla.  La preocupación por las imágenes y representaciones de Dios no es tampoco un interés de los pueblos germánicos; pero sí lo es de los judíos bíblicos y de los protestantes en el cristianismo.  Tras esto el Oera Linda afirma que Jes-us fue proclamado Dios por los sacerdotes -y que ésta verdad les habría sido comunicada a ellos por el propio Jes-us.  También la divinidad de Jesús fue decretada por concilio de los obispos[12]; y también ellos dijeron que, a su modo, a veces abiertamente, a veces en medio de señales, fue Jesús mismo quien comunicó esto a sus discípulos.  El Oera Linda sostiene que los sacerdotes hicieron creer a la gente que quienes adoptaran esta doctrina heredarían el reino y serías felices y plenos.  También la idea del reino es una idea cristiana.  No existe entre los pueblos germánicos noción alguna que evoque una idea semejante.  Lo más parecido podría ser el Walhalla.  Pero allí no se entra por profesión de fe, ni por apegos a doctrinas más o menos dogmáticas.  El derecho al Walhalla se conquista por medio de la espada.   Es la muerte en combate únicamente lo que garantiza su posesión.  Lo que viene a continuación en el Oera Linda es prácticamente una crónica de la historia del cristianismo medieval: sacerdotes que predicaban, en nombre de Jes-us, pobreza y castidad, pero vivían muy cómodamente en sus conventos fornicando, sin trabajar un día a nadie; y ostentando mayor riqueza que los ciudadanos decentes del lugar. Es éste un retrato al calco de la historia de la Iglesia cristiana en medievo.   Finalmente, el Oera Linda dice que fue ésta una doctrina que se esparció de Oriente a Occidente y llegó también a las tierras del norte de Europa, a las tierras frisonas, al país de los autores de estas crónicas.  Ésa es exactamente la dirección que sigue la expansión del cristianismo.  De tal modo que la identidad entre un relato y otro, en todas sus líneas y aspectos, revela una forma de coincidencia perfecta -razón suficiente para sospechar justificadamente de su autenticidad.

Pero esto no es todo.  Hacia el final el Oera Linda agrega un texto de extraordinario valor profetal.  Helo aquí expuesto en toda su extensión.

"Pero cuando los sacerdotes crean que han extinguido por completo la luz de Frya y de Jes-us, todos los hombres que hayan preservado en silencio la verdad entre ellos, ocultándola a los sacerdotes, se pondrán de pie.  Éstos serán de sangre regia (sangre de príncipe), sangre de sacerdote, sangre slâvona y sangre de Frya.  Harán su luz visible, por lo que todos los hombres verán la verdad y exclamarán: "¡Ay de los actos de los príncipes y de los sacerdotes!" Los príncipes que aman la verdad y la justicia se separarán de los sacerdotes; entonces correrá la sangre, mas a partir de esto la gente ganará nuevas fuerzas. El pueblo de Finda contribuirá con su industria al bien común, la gente de Lydas con su fuerza, y nosotros con nuestra sabiduría. Entonces los sacerdotes falsos serán barridos de la tierra. El espíritu de Wr-alda podrá ser invocado en todas partes y siempre. Las leyes que Wr-alda inculcó en el principio en nuestras conciencias serán las únicamente oídas. No habrá ni príncipes, ni amos, ni gobernantes; a excepción de los elegidos por la voz general. Entonces Frya se regocijará y la tierra únicamente dará sus frutos a quienes la trabajan. Todo esto comenzará 4.000 años después del hundimiento de Âtland; y 1.000 años después habrán desaparecido todos los sacerdotes y la opresión"[13]

Hay, respecto de estos pasajes, muchas cuestiones interesantes sobre las que comentar.  Primero: el texto hace referencia a una época de opresión.  En ésta, los opresores creerán que han extinguido por completo la luz de Jes-us y Frya. Si omitimos a Jes-us de este relato, por considerarlo una intercalación en lo que pudo ser una narración original, y nos quedamos únicamente con Frya, esta cuestión se torna altamente sugerente.  Frya es la diosa luz de la proto religión pagana de los germanos.  El Oera Linda dice que vendrá una época en la que los hombres que hayan preservado en silencio su verdad se pondrán de pie y se alzarán contra la opresión.  Esta época vendrá cuando los sacerdotes crean que han extinguido por completo la luz de Frya.  ¿No es acaso la nuestra ésa época?  Éstos volverán a hacer visible la luz de Frya y denunciaran los actos y las vilezas de los príncipes (los gobernantes), quienes habrán estado coludido hasta entonces con los sacerdotes.  Ahora: ¿quienes son éstos sacerdotes? En nuestra opinión, los de las Iglesias cristianas (incluyendo la católica) no lo son.  Los buenos gobernantes se separarán de estos impíos sacerdotes.  Y correrá la sangre -¿habrá guerras?-; pero a partir de ello la gente ganará nuevas fuerzas y todo volverá a su equilibrio natural.  El pueblo de Finda -los asiáticos- contribuirán al bien común con su tecnología y su industria; los hijos de Lyda -los africanos- con su trabajo; y los hijos de Frya con su sabiduría.  Los sacerdotes serán barridos de la tierra.  Y todo esto comenzará 4000 años después del hundimiento de Âldland, esto es, en el año 1807 de nuestra era; y tardará 1000 años más, todavía, en completarse.  Es ésta una profecía interesante.  No resulta, en absoluto, idéntica o parecida a otra cualquiera de la tradición cristiana.  Ello nos pone en la perspectiva de imaginarla como un texto del todo diferente a los que hemos analizado aquí previamente.  Y nos autoriza a desplegar ya nuestra hipótesis en los párrafos siguientes.

Sostenemos que el Oera Linda es un híbrido en el que algunas partes son apócrifas y otras muy altamente auténticas.  Es posible -y probable- que las tradiciones de los nórdicos germanos de la Frisia antigua hayan sido preservadas por un linaje familiar en ciertos manuscritos, transmitidos y copiados de generación en generación, a través del curso de los siglos.  Es posible -y probable también- que en estos manuscritos, cada nueva generación, haya intercalado información distinta de la original, haciendo de este texto un híbrido plagado de anacronismos; y justificando así la imputación de inautenticidad.  Después de todo, a diferencia de otros manuscritos antiguos, el Oera Linda, a expresa confesión de parte, es un manuscrito que se ha venido copiando y re-copiando desde hace dos mil seiscientos años.   Y la probabilidad que en cada copia, cada nuevo copista, haya no sólo copiado, sino interpretado la información e intercalado nuevas cosas, según sus nuevos antecedentes, es altamente probable.  Así, es muy posible que en el texto original se haya leído, en el comentado pasaje de los viajes de Tünis, que éste simplemente llegó a las costas del norte de las tierras de Lyda (África), y el copista, con la nueva información disponible en el siglo VI a.C., haya agregado la palabra "fenicios".  Del mismo modo, las referencias a un sabio de Kasamyr, cuya sabiduría pudiera haber sido en extremo semejante a la de Jesús, pudo haber llevado al copista a identificarlo con él, al punto de llamarle Jes-us; y recrear, a partir de estas semejanzas, la historia primera del cristianismo.  Este copista pudo haber sido Liko Ovira Linda, cuya opinión sobre los sacerdotes, en todos sus puntos tajante, no está en absoluto lejos de la que ostentaron otros contemporáneos suyos, como Aldeberto, Tankelmo o el mítico Eun della Stella.  No descarto con ello que haya habido también otras intercalaciones más recientes al texto.  La carta de Ljudgêrth, por ejemplo, puede ser perfectamente un caso de éstos.  Ello explicaría los dos tipos de hojas distintas que, según los resultados arrojados por los análisis, contiene el Oera Linda. También dilucidaría los misterios relativos a los anacronismos; y lograría explicar, de paso, la coexistencia, en un mismo texto, de los diversos dialectos de frisón antiguo y moderno.  Si todo esto que es probable fuera posible el Oera Linda vendría a ser un texto en esencia auténtico.   Esto es: que prescindiendo de los detalles, en el grueso de las historias que se narran, persiste un alto grado de probabilidad y de verosimilitud.  Ese grueso de las crónicas del Oera Linda nos dice que hubo un pueblo germánico que civilizó al mediterráneo; y no sólo a éste, sino también, a las tierras de nuestra américa románica; y también a la lejana India. Agrega que ese pueblo germánico era originario de un continente desaparecido, hundido en los mares del norte, al que sus habitantes llamaron luego Âldland, la Atlántida.  Y que su civilización avanzó de Occidente a Oriente, no al revés (salvo en el caso de Nêf Inka que habría marchado hacia las costas del continente americano), llevando una cultura del todo originaria, cuyos rastros pueden pesquisarse, todavía hoy, en todos los rincones del planeta. 

En esta línea de argumentación se nos imponen como muy altamente probables las historias referidas sobre Nêf Tünis y Nêf Inka, Ulysus y Kalip, Minos y Krêtar, los Golen, los Kåltas (Celtas) y los Trowydas (Druidas); e incluso lo ya analizado, en un otro sentido, sobre Jes-us y Nyhellênja (Min-erva).  En lo que sigue revisaremos en detalle las condiciones de posibilidad de todas estas historias.  En algunas de ellas los grados de coincidencia con lo establecido por la historiografía oficial son verdaderamente sorprendentes.  Iniciaremos nuestro análisis por las ya conocidas historias de Jes-us y Nyhellênja. El tenerlas frescas en la memoria facilitará la exposición de lo que intentamos comunicar.  A una nueva luz estas historias nos resultarán sorprendentemente diferentes.  





[1] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo: "Las Leyes del Gobierno de los Burgos".  El paréntesis corresponde a nosotros.
[2] El capítulo original en frisio es "Ut-a skrifta Minnos", el que puede traducirse como "Acerca de los Escritos de Minnos".
[3] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los Escritos de Minnos II".
[4] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los Escritos de Minnos II".
[5] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los verdaderos Frisones".
[6] Mateo 1, 1-16; Lucas 3, 23-38.  Si bien es cierto Lucas no menciona a María en esta genealogía queda claro que éste es su linaje, pues difiere del de Mateo que es efectivamente el linaje de José y parte del de Helí que es el presumiblemente el padre de María.  Si Lucas dice que Helí es el padre de José es porque éste adquiere esa calidad al ser el esposo de María.  En el mundo antiguo la descendencia por la vía materna no cuenta: de allí que Lucas no nombre a María, pero nombre a José, su sustituto político en la línea de descendencia de David.
[7] 1 Samuel 16:12 y 1 Samuel 17:42
[8] En un pasaje significativo del Oera Linda puede leerse: "La gente lo miraba con respeto y los sacerdotes temían a sus preguntas".  Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los verdaderos Frisones".
[9] Lucas 2, 40-52
[10] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los verdaderos Frisones".
[11] Mateo 23, 1-34; Lucas 11, 37-47
[12] La divinidad de Jesús fue discutida y decretada en el Concilio de Nicea, celebrado en Nicea en 325 d.C.; y fue ratificada en el Concilio de Constantinopla en 381 d.C.
[13] Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, capítulo "Los verdaderos Frisones".

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