Por Hyranio Garbho
El
Secreto de las Runas es un tratado esotérico sobre filosofía rúnica. Ello
significa que su contenido está asociado a la inteligencia de una compleja
elaboración metafísica, cuya profundidad puede apreciarse ya en las primeras
páginas del libro. No es, por tanto, un texto
de enseñanza de lectura oracular. Su
secreto nada tiene que ver con formas ocultas o desconocidas acerca de cómo
leer las runas. En él, quien busque recetas o consejos prácticos sobre las
runas con fines de adivinación, perderá su tiempo. Pues no es éste un libro
para esa clase de inclinaciones circunstanciales. El Secreto de las Runas
enseña que éstas son más que un oráculo; y, por lo tanto, que utilizarlas
únicamente con objetivos oraculares supone una comprensión harto superficial de
su esencia y del misterio que les está asociado. Pues para poder mínimamente
consultar las runas se precisa saber que no son todas ellas originales y que,
por tanto, no todas ellas tienen el poder de abrirnos a la comprensión interior
y responder adecuadamente nuestras preguntas.
Y es este tipo de cosas, entre otras, a las que responde este libro.
El Secreto de las Runas
se inicia con una constatación simple: las runas, el proto-lenguaje de los
pueblos germánicos, es un tipo de escritura original cuya antigüedad alcanza
fácilmente los mil años por sobre las fechas comúnmente aceptadas. No son, como se piensa, un tipo de escritura
derivado de los alfabetos fenicios o de la escritura uncial latina; ni son,
tampoco, símbolos utilizados únicamente con este fin. Sólo muy tardíamente las runas fueron usadas
como letras, en el sentido que damos hoy nosotros a nuestros símbolos de
escritura. Pero no era ésta, ni
remotamente, su finalidad original.
La
segunda afirmación interesante que vemos aparecer en El Secreto de las Runas es todavía más desconcertante. Según List el futhark original,
contrariamente a lo que ha venido aceptándose desde mediados del siglo XIX,
constaba de dieciséis runas y no de veinticuatro. Esta es una de las tesis centrales del libro
(sobre este punto nos extenderemos en el siguiente apartado de nuestro Estudio
Preliminar). Paralelamente a esta
afirmación List sostiene que el Hâvamâl, el Libro de la sabiduría rúnica de
Wotan, considera la existencia de dieciocho runas. Este canto, junto con todos los otros cantos
del Edda, en la opinión de List, es infinitamente más antiguo de lo que se ha
aceptado comúnmente. La ciencia oficial pretende
remontarlos al Codex Regius, aunque admite la posibilidad que se trate de una
tradición oral más antigua. Según List
el Edda fue fijado definitivamente hacia finales del siglo VIII, pero su
verdadera antigüedad se pierde en la noche de los tiempos. Por lo que las dieciocho runas que supuso su
composición, en la medida que el proto-germánico cedió su lugar al germánico
antiguo, tempranamente forzó la aparición de otros símbolos rúnicos, los que al
cabo de unos siglos ya se contaban por sobre los veinte y los treinta.
La tercera
afirmación relevante en la primera parte del libro establece que en la raíz de
todas las letras que forman el sistema de escritura germánico antiguo se halla
originalmente una runa; o que todas ellas, tanto en su trazo como en su nombre
o su sonido pueden remitir a una runa original del conjunto de las dieciséis
runas que son las verdaderamente originales.
En la actualidad, sostiene List, cada runa tiene un nombre que da cuenta
de la runa original; ese sentido germinal de la runa es monosilábico -pues es
ésta una condición natural de los símbolos sagrados antiguos (sobre este
interesante particular precisaremos algunas notas en el siguiente apartado de
nuestro Estudio Preliminar). List apunta
al respecto:
"Debido a que las runas tienen nombres
singulares y estos nombres constituyen palabras monosilábicas es igualmente
evidente que las runas –en los distantes días de antaño (...) constituyeron un
sistema jeroglífico. Esto es porque el
proto-arianismo era, lo mismo que todo lenguaje primitivo, monosilábico, y sólo
tiempo después se contrajo en una escritura alfabética, cuando la estructura
del lenguaje jeroglífico o silábico demostró ser una escritura demasiado
engorrosa" [1].
La cuarta afirmación relevante en la primera
parte del libro señala una de las tesis centrales de El Secreto de las Runas. No
hay un único tipo de runas, sino, a lo menos, dos. Tempranamente, indica List, vemos aparecer
una división interna en el sistema rúnico original (futharkh -con "h"
final)[2]. Dos grandes grupos de runas se desprenden del
tronco rúnico originario para culminar constituyendo dos modelos o tipos
diferentes de éstas. Por una parte las Buchstaben-Runen, y, por otra, las Heilszeichen-Runen. Las Buchstaben-Runen son las runas utilizadas
como letras en un sistema de escritura similar al utilizado por otros sistemas
de escritura, como el griego, el latino, el fenicio, etc. Las Heilszeichen-Runen son las runas
consideradas como símbolos sagrados, mágicos, cuyo poder trasunta al operador
si éste las sabe consultar debidamente.
Las Heilszeichen-Runen constituyen el sistema rúnico más antiguo, aquel
del que decíamos más arriba que estaba compuesto originalmente sólo por
dieciséis símbolos rúnicos. De éste, y
por la necesidad de servirse de las runas como un sistema de escritura -no
olvidar lo que dice List en relación a que la runas monosilábicas (esto es, las
heilszeichenrunen) se vieron obligadas a contraerse en una escritura alfabética
sólo "cuando la
estructura del lenguaje jeroglífico o silábico demostró ser una escritura
demasiado engorrosa"- surgieron luego una treintena de runas que con el
tiempo culminaron por constituirse en un sistema rúnico autónomo, cuya función
principal fue la de servir como sistema de escritura, empobreciendo notablemente
su sentido mágico original.
De acuerdo con List el Edda Hâvamâl enseña
dieciocho runas. Éstas, pese a tener un
innegable carácter literal (esto es, pese a que pueden utilizarse como letras)
conservan su esencia mágico-sagrada original. Es decir, ostentan la
peculiaridad de ser Buchstabenrunen
y Heilszechenrunen a la vez.
En su opinión, este carácter único de las runas enseñadas en el Hâvamâl
está en concordancia con la relevancia capital de este canto, en cuyo secreto
yace la clave que revela el verdadero misterio de las runas. Sobre la importancia de este Edda el propio
List apunta:
"Ningún otro canto del Edda da una visión tan clara de la
cosmovisión aria original sobre la relación que une el espíritu al cuerpo, Dios al Todo –y a través de la arianidad trae
de manera tan significativa a la conciencia el reconocimiento de la dualidad
que une a los contrarios en el microcosmos y el macrocosmos- como el Hâvamâl y
la sabiduría rúnica de Wotan incluida en él"[3].
Luego
de desarrollar un conjunto de ideas relativas al significado metafísico de
Wotan, de la que hablaremos en el apartado correspondiente, List propone otra
tesis notable sobre el origen de las runas -tesis que será compartida luego y
desarrollada por otro gran runólogo alemán, el filósofo Friedrich Bernhard Marby. Las runas fueron originalmente, en opinión de
List, formas simbólicas sagradas a través de las cuales los sabios del pasado
comunicaban su visión interior. En una época en que el lenguaje era tan
limitado éstos tuvieron que servirse de movimientos físicos y de determinadas
posiciones corporales para comunicar lo que, de otro modo, habría permanecido insalvablemente
oculto. Esas posiciones corporales reflejaban medios de canalización de energía
a través de las cuales los sabios arios lograban desarrollar su visión interior
y trasuntar los poderes mágicos respectivos.
Por su importancia este tema será más ampliamente desarrollado hacia el
final del apartado que dedicamos a la Metafísica del Secreto de las Runas
incluida en este Estudio Preliminar.
La parte medular de El Secreto de las Runas se centra en la descripción de las
dieciocho runas enseñadas por el Edda Hâvamâl. Allí la plenitud de su contenido
mágico y místico nos es revelado de una manera directa y sintética. Cuando los versos del Edda Hâvamâl se
combinan con los nombres de las runas -nos dice List- adviene de un modo mágico
la iluminación y el secreto de éstas es por fin develado. En esta parte del libro se pasa revista a los
versos del Hâvamâl contenido en las estrofas que van de la 138 a la 163. Según List, cada una de estas estrofas está
referida a una runa original y su comprensión otorga la clave debida para la
resolución del misterio asociado a cada una de las dieciocho runas originales
(en el apartado siguiente esperamos responder por qué si List admite que las
runas originales eran dieciséis culmina hablando de dieciocho). List hace acompañar a cada runa un pequeño
listado con las raíces de la palabra que forman su nombre, a las que se unen
una serie de conceptos asociativos con los que se persigue comunicar
intuitivamente su significado. Los
versos del Edda Hâvamâl son, en cada caso, presentados como la clave que
resuelve el misterio de las runas, por lo que no se les analiza ni se les
explica, sino que se les despliega en toda su profundidad poética, esotérico y
mistérica. List añade a esto una
explicación racional del significado de la runa que no atañe a los versos del
Hâvamâl, los que permanecen intactos. Su
reflexión se centra en los nombres de las runas, en el análisis de las
palabras-raíces que constituyen su etimología; y a veces añade uno que otro
dato histórico o filosófico que ilumina aun más la comprensión racional de la
runa. Finalmente una fórmula sintética busca dar con el corazón del significado
esotérico del símbolo rúnico.
Las runas del Edda Hâvamâl coinciden con las
runas del futhark armanen (esta misteriosa coincidencia será explicada en el
apartado siguiente de nuestro Estudio Preliminar). Sus nombres son resumidamente los que sigue: fa,
ur, thor, os, ried, kaum, hagal, noth, is, ar, sieg, tyr, bar, laf, man, yr,
eh, gibor. Cada una de estas runas es
estudiada por separado y vistas a la luz de su significado en el conjunto del
sistema rúnico armanista, tras lo cual List se aplica a desentrañar el misterio
de la que considera la runa principal de este sistema: el fyrfos o runa gibor (esto
será desarrollado en el apartado dedicado al misterio del fyrfos de nuestro
Estudio Preliminar).
Únicamente
después de estos comienzos se crearon estas runas. Y un número de otras, que la
sabiduría rúnica de Wotan no nombra, poco a poco se marchitaron en
"letras", conforme a nuestro sentido de la palabra -esto es, en
signos fonéticos vacíos e inarticulados.
La aún no contabilizada gran masa de otros signos sagrados o
jeroglíficos, que no fueron simplificados en signos fonéticos insustanciales,
pero que fueron más bien -como ya se ha dicho- desarrollados en los motivos
ornamentales más elegantes, con la preservación característica de las líneas
básicas de sus formas primarias, y que también ampliaron sus nombres y valores
simbólicos, llegaron a formar el sistema ario de jeroglíficos o pictogramas,
que seguía siendo el secreto de los Skalder.[4]
Esa aun no contabilizada gran masa de
símbolos sagrados o jeroglíficos es lo que, en otro libro de mi autoría,
titulado El Misterio del Fyrfos[5], me
he permitido llamar como alfabeto kálico[6], basado en el
presupuesto listiano de que la esencia de su secreto fue conservado y
custodiado por la Kala o Hochheilige Heimlich Acht[7]. Ése alfabeto kálico, en lo que a este libro
compete, será desarrollado atendiendo, en primer lugar, a la heráldica; y luego,
de una manera general, a todas los motivos ornamentales de la arquitectura y el
folclore alemanes de antaño, incluido en ello la sabiduría popular de refranes
y cuentos. Es menester, eso sí, advertir
de entrada al lector despreocupado, que el develamiento del secreto de las
runas asociado al des-cubrimiento del
misterio kálico en la heráldica, la arquitectura y el folclore alemanes sólo se
vuelve accesible a la inteligencia moderna si acaso se comprende la metafísica
listiana de los tres niveles de interpretación, basados en las tres fases del
acontecer (el venir-al-ser, el ser y abandonar-el-ser para venir-al-ser
nuevamente, en forma respectiva) en los que se despliegan y desarrollan todos
los secretos rúnicos-kálicos aquí develados. Sin esa comprensión de base la
filosofía listiana se transforma en un lenguaje abstruso, que más que abrirnos
al misterio rúnico, nos cierra el paso a toda posibilidad de aprehenderlo.
Según Guido von List una palabra o un símbolo
heráldico, derivado de alguna kala y, por tanto, de alguna runa originaria, da
lugar a palabras o símbolos equivalentes cuyos significados, no obstante, son
disímiles. Así, por ejemplo, la palabra
"Rath", de la que derivan palabras tales como Rat (Consejo), Rad (Rueda)
y Ratte (Rata) tienen todas significados distintos, pese a venir de una palabra
común, en virtud a que siempre, toda kala, puede ser descifrada en alguno de
los tres niveles de interpretación que se siguen del ciclo natural y permanente
de todas las cosas. List señala que todas las instituciones de los pueblos arios,
lo mismo que su religión, su mitología, su sociedad, su lengua original (el
ario primitivo), etc., estaban basadas en una comprensión tripartita de la
realidad cuyo fundamento no era otro más que "el reconocimiento intuitivo
de las leyes evolutivas de la naturaleza"[8]. Esas leyes evolutivas de la naturaleza, que
han sido mencionadas por nosotros más arriba en la fórmula del venir-al-ser, el ser y abandonar-el-ser
para venir-al-ser nuevamente, imprimen al corazón del pueblo germánico un
imperativo fundamental que lo atraviesa todo.
Así, una palabra como "Rath", derivada de la runa
"Ried", debía necesariamente ser interpretada en estos tres niveles
de comprensión, dando lugar, con ello, a tres palabras distintas y con
significados disímiles. En el primer
nivel asociado al venir-al-ser Rath se convirtió en Rat (Consejo), a modo de señalar
una actividad que pone en movimiento cosas -pues un consejo es siempre la base
de una decisión. En el segundo nivel Rath se convirtió en Rad (Rueda), a modo
de significar lo que ya está en marcha, lo que es movimiento en el presente -la
decisión hecha actualidad, realidad, acto.
Y en el tercer nivel Rath se transformó en Ratte (Rata), animal que
señala la corrupción -en íntima coincidencia con el ciclo evolutivo de las
cosas.
Más interesante que estos ejemplos lo son los
de las palabras "Ygdrasil" o "Iroglif". En cada caso se
trata kalas compuestas, esto es, de
palabras en cuya formación participan dos o más runas. La realidad así desplegada por la nueva kala
o palabra rúnica conjunta todos los significados individuales e indivisibles de
las runas que la componen. Y esto lo
hace, obviamente, en los tres niveles de interpretación. Así, el significado de
una palabra como "Iroglif" resulta de la conjunción del significado
de las tres runas que la componen (Ir - Og - Lif, que responden a las runas
primitivas Ar - Og - Laf), las que consideradas en los tres niveles de
interpretación dan lugar a nueve sentidos distintos. En todos los casos, la
tarea del intérprete rúnico será la de recoger el sentido más propio de las
tres runas de la palabra, individualmente consideradas, en cada uno de los
niveles respectivo, y forjarse interiormente el sentido de la kala global.
Tras especificar estas minucias de la
interpretación List se aplica a analizar un conjunto ilimitado de kalas rúnicas
simples y compuestas presentes en el folclore alemán, la arquitectura, los
símbolos, las instituciones y la heráldica.
Todas ellas son reflejo de la presencia indiscutible de la tradición armanista
en suelo germánico.
[1] Guido
von List, Runenschrift (GLB 1), p. 2. En El Secreto de Las Runas (Versión castellana de Hyranio Garbho) v.
p.64.
[2] Cfr Die Ursprache der Ario-Germanen und ihre Mysterien sprache (GLB 6)
[3] Guido
von List, Wuotans Runenkunde (GLB 1), p. 4.
En El Secreto de Las Runas (Versión castellana
de Hyranio Garbho) v. p.66.
[4] Guido
von List, Runen, Heilszeichen, Zaubercharaktere, Geistersigille (GLB 1), p.
24. En El Secreto de
Las Runas (Versión castellana de Hyranio Garbho) v. p.88.
[5]
Hyranio Garbho, El Misterio del Fyrfos,
Ed. Aurea Catena, Santiago de Chile, 2014. En este libro intento reconstruir el
sistema alfabético kálico, basado, en parte, en lo que me fuera transmitido por
mi maestro, y, en gran medida, en lo develado por las enseñanzas de List.
[6]
Ignoramos por completo de dónde pudo haber obtenido List su primera información
sobre este alfabeto kálico, pero sospechamos que pudo haber sido a través de
Tarnhari. El mérito de List, al
respecto, no está en haberlo descubierto, sino en haber sido el primero en
publicarlo y ponerlo al corriente de los ariosofistas de la época.
[7] Ver
nota 29
[8] Cfr.,
pág. 110-111
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