martes, 30 de agosto de 2011

El Goce Místico*


(para una investigación en curso)

Lacan ha hablado del amor. Es una permanente presencia en su discurso. El amor consistirá en todos los engaños imaginarios pero es, aun así, la salida en el fin del análisis. Todo el tránsito de un análisis.
El amor, dice Lacan, es la pasión por la ignorancia del deseo pero... no puede privarse de su alcance; si bien se trata de hacer de Dos: ¡Uno! el deseo muestra allí la falla, porque depende de la esencia del significante, que introduce el corte, la hiancia.
El discurso analítico, entonces, gira en torno de esa falla, la falla es "no hay relación sexual", es imposible escribirla, es por ello que se puede hablar de lo que la suple en un discurso.
El discurso nos trae este ser de su misma categoría al que el Amor apunta. El ser es el goce del cuerpo como asexuado y se satisface con el bla ... bla. Y el bla bla de las mujeres es lo que más las caracteriza, siempre hablan de amor. Es por allí que Freud se acercó al psicoanálisis, por este decir que hace presente un goce.
Lacan, también, desde sus comienzos se interesa por las mujeres y este interés no lo abandonará nunca, es su modo de retorno a la letra freudiana. Va a dirigirse a diferentes autores para avanzar en su interrogación. ¿Qué es lo que lee? lee el goce de aquel que lo ha escrito, lee el síntoma, una traza borrada; aproximándose a ella encontrará su sentido, porque el síntoma intenta hacer pasar una palabra que está interdicta.
El goce femenino va a representar el tope de la teoría lacaniana, según lo entiendo, al contornear el desconocido freudiano ¿Qué quiere una mujer? para apropiárselo, para tener aunque más no sea un trozo de real alrededor del cual bordar su pensamiento. Siguió de cerca la formulación sobre La mujer, busca el amor. Dice: "¡El goce, ni hablar, pero el amor, ah, eso sí que sabe! Nada que ver con la relación sexual."
Ante lo imposible de la relación sexual: el cuerpo, el goce y la muerte, todos ellos del registro real, logran dar una respuesta. Se anudan alrededor de ese impasse inverificable del sexo.
Es para avanzar en el goce femenino que se dirige a las místicas, vía que le permite leer una formulación del goce y de la cual se va a servir en el procesamiento de la cura. La mujer es síntoma, hay que hacerla síntoma.
Ese amor sí existe está basado en el goce de Dios que se expresa en las místicas: Santa Teresa y tantas otras. El goce pasa por intermedio del goce del cuerpo. ¿De qué gozan? está claro que los místicos dicen que lo sienten pero que no saben nada de él. Plano real, inexistencia de una palabra para que lo nombre.
Ellas hablaran de ese Goce de Dios, el hacerse Una en Dios. Este Uno tiene su esencialidad en que no es a través de un objeto, no es un bien en segundo grado.
Me dirigí al Movimiento de las Beguinas para poder escuchar lo que de la lectura del texto de estas místicas se podía extraer. Así en los libros de Margarita Porete, Matilde de Magdeburgo, y Hadjewich de Amberes -místicas del siglo XIII-, nos encontramos con lo que ellas han escrito en el momento del arrobamiento y erotismo místico en que se hacen Uno en Dios.
Este movimiento tuvo un lugar muy importante porque permitió el acercamiento de los textos religiosos al pueblo, ellas escribían en lengua vulgar y no en latín. También forman parte de ser reconocidas por el valor literario de sus escritos, en el caso de Hadjewich de Amberes es conocida como una insigne poetisa flamenca. Y Margarita Porete como Matilde de Magdeburgo se cuentan entre las obras maestras de la literatura francesa y alemana respectivamente.
Hay que escuchar lo que estas artistas han puesto en escena, en esas palabras que llegan al margen de la audición. Es en la "piel de las palabras" en donde, en su discurso, se puede asir estos puntos de impasses donde lo real se presenta. Es porque no hay una palabra que lo nombre que todo el resto va a nombrar esa ausencia, presentificándola, en el intento de borrarla.
Las mujeres se expresan así en el ámbito de lo sagrado. Se expusieron a ser excomulgadas y algunas de ellas, por no abdicar de sus creencias, murieron en la hoguera. Esta unión con Dios sin necesidad de intermediación las volvió peligrosa para la Iglesia, que veía en ellas una fuerza subyugante y las persiguió con la Inquisición, o bien no permitiendo leer sus libros, sólo lo podían hacer los entendidos en teología. Se vuelve a poner en acto, en este momento cultural, esto que, llegado a ciertos puntos nodales del goce, sólo los iniciados -así lo dice Alcibíades- pueden escuchar.
Estas devotas mujeres, dice Don Poriom, ilustraron en su propio cuerpo por estigmas visibles la unión que realizaban con la Eternidad en Cristo. Además del éxtasis y las visones, mostraban el desborde por el deleite que las embargaba: risas, batir de palmas, vueltas y danzas: expresiones de una alegría irresistible. Pero su rasgo más digno es ir más allá de sí mismas para perderse en la Simplicidad del Ser Divino, hundían la mirada en la esencia divina, atestiguando que es visible al ojo interior si este encuentra su desnudez original.
Dice Matilde de Magdeburgo que el último grado de la vida espiritual es la noche del amor que es la muerte sacrificial:
Amor sin conocimiento
Parece tiniebla al alma sabia.
Conocimiento sin fruición
Parece pena infernal.
Fruición sin muerte
No puedo deplorarla bastante.
Margarita Porete llama a lo que queda fuera de nuestro alcance el "Más", se trata de alcanzar el Más, la Nada Divina, esa Nada pura es el desierto de toda cosa increada. Está por fuera de lo humano, su deseo apunta a más allá de la palabra. Y se dirigen allí sin temor ni compasión como solo los mártires, dice Lacan, pueden hacerlo.
Ellas comprueban la impotencia del código lingüístico, luego reivindicación de un código de desborde, que a partir de ese momento hace un lenguaje total, de una sintaxis de fuego, en donde la frase no conoce ya la medida, el grito es ordenado por Dios, el sollozo viene a reemplazar lo que el orden respetado de un discurso podría prohibir. Un lenguaje nuevo que el cuerpo podrá procurar, que el afecto sabrá alimentar. Hay un total desapego de cualquier condición material. Ya no hay deseo, el ser se vuelve pasivo en la beatitud inerte de este estado de la delectación amorosa, la esperanza y la aprensión han desaparecido.
 El objeto de la contemplación las vuelve igual a nada. Ya no hay diferencias: estan absortas en el instante que las eterniza. Desconocimiento del significante que introduce el tiempo. Se da el deseo de vivir dejando de vivir o de morir sin dejar de vivir, el deseo de un estado supremo, de exasperación de la vida que Santa Teresa describió con fuerza: "Muero porque no muero".
Lo que queda por fuera del goce fálico. Este goce de la mujer en el cual Lacan dice que cree.
En las jaculaciones místicas se puede leer esta relación excepcional en el tiempo, que es decir lo indecible del goce, donde hay emergencia de la subjetivación. ¿Por qué no interpretar la faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de soporte el goce femenino? Esto nos encamina, dice Lacan, a la ex - sistencia. Lugar imprescindible para avanzar en la propuesta de Lacan, para llegar a ese más allá de la teorización freudiana. 

*Se ignora su autor

miércoles, 24 de agosto de 2011

Repercusión del Gnosticismo


(para una investigación en curso)

El gnosticismo puso en aprietos los intentos de unidad de la jerarquía eclesiástica, que comenzaba a perfilarse. Podía hacer que el movimiento se dividiera en múltiples sectas fuera del control sacerdotal. No obstante, la influyeron. En esos momentos la teología cristiana estaba en mantillas, y los gnósticos aportaron una cosmogonía y una filosofía. Asímismo fijaron las relaciones entre paganismo y judaísmo.
La Iglesia defendió que la revelación no podía ser sustituída por ninguna filosofía, y que no era sino un intento del neopaganismo por vivir al amparo del cristianismo. En un principio, los gnósticos vivían dentro de la iglesia oficial; sólo hablaban de aquellas doctrinas que no les hacían chocar con las autoridades establecidas y ocultaban su gnosis salvo a los iniciados. Decía TERTULIANO que "no confían sus misterios ni siquiera a sus discípulos antes de haberles ganado por completo; tienen el secreto de persuadir antes de instruir".
Su error táctico fue cuestionar la autoridad eclesiástica, por otro lado inevitable: el gnóstico es libre, y piensa libremente. En ello se parece al místico, también situado en los límites de la ortodoxia. Cuando la Iglesia fue oficializada, la gnosis, con sus diversas escuelas, fue condenada en bloque (Concilio de Nicea, 325 d.C., especialmente adverso contra Basílides). De la batalla con los gnósticos, paradójicamente, la Iglesia aprendió una lección: si quería conquistar las mentes del Imperio debía dotarse de la aportación de la filosofía pagana. Y actitudes claramente gnósticas, pero ortodoxas, se vieron a partir de entonces.
De todas formas, las doctrinas gnósticas no desaparecieron, sólo se eclipsaron algunas de sus tendencias. Otras volvieron a aflorar en otros movimientos posteriores: los mandeos han sobrevivido hasta el día de hoy, los sethitas siguieron propagando sus doctrinas hasta bien entrada la Edad Media, época en que aparecieron grupos gnósticos de enorme pujanza, como los bogomiles y los cátaros.
Y es más, aflora en diversos momentos como una actitud contestataria hacia la jerarquía católica. Los románticos retomaron temas gnósticos para defender la libertad, el derecho a rebelarse de un Dios autoritario como el Yahvé bíblico. Los luciferinos actuales también: he aquí dos caras de una misma moneda.
Lo cierto es que difícilmente puede conjugarse el Dios celoso, vengativo y cruel, caprichoso y exigente, que se muestra en el Antiguo Testamento y el Dios paternal y bondadoso puesto en boca de Jesús, un rabino judío. Si ponemos en dos columnas las palabras de uno y otro son a veces, sencillamente, opuestas. Así lo muestra, por ejemplo, el "Libro de los dos Principios" de los Cátaros. ¿Hemos de concluir que se trata de dos dioses diferentes? ¿Lucifer no fue sino el paradigma de un luchador romántico que se opuso a la tiranía y quiso que los hombres CONOCIERAN lo que se les prohibía?
Los gnósticos iban en ese sentido. Yo no. En las religiones hay una evolución, y así como cambian los creyentes, así van moldeando y cambiando a su Dios o Dioses. En todas las religiones hay procesos paralelos de sublimación. Se empieza por sacrificios sangrientos y se llega a los sacrificios "simbólicos" personales. Así, los Vedas insisten en el sacrificio sangriento, las Upanishads lo rechazan. El judaísmo también tuvo su evolución. El Dios del Génesis no es el mismo que el Dios de los judíos actuales. Salvo algunos extremistas, los judíos de hoy no consideran lógico restablecer los sacrificios de animales que prescribe el Levítico. Cuando Jesús habla (y no todo lo que se pone en su boca es auténticamente dicho por él) hablan siglos de evolución religiosa. No obstante, defiendo la libertad de la que los gnósticos hacían gala. Todo aquel que pone imaginación y librepensamiento en materia religiosa acaba siendo santo o hereje quemado en la hoguera. El matiz es la obediencia que profesen hacia el estatus establecido. 

jueves, 18 de agosto de 2011

La Gnosis Alejandrina


(Para una investigación en curso)

Dentro de la gnosis alejandrina, encontramos a Basílides, a Valentín y sus discípulos, a Carpócrates, a los docetas, a los setianos. La gnosis alejandrina parte de la filosofía helenística. Fue la más prolífica y de mayor repercusión, llegando a la capital del Imperio y a zonas como las Galias, Hispania, Grecia o Armenia. Por Oriente llegó hasta Siria, Asía Menor y Armenia. Existen indicios asimismo de que la penetración en ámbitos femeninos fue muy amplia, y quizó eso explique también las repetidas referencias que se hacen en los escritos gnósticos a mujeres cercanas a Jesús, como María Magdalena.
Sin forma judaica y enfrentada con la Iglesia, revitalizaba tesis de la gnosis precristiana, aunque por razones de conveniencia intentaron legitimarla derivándola de los apóstoles.

BASILIDES

Según IRENEO, vivió en Alejandría en la época de Adriano y Antonino Pío (120-145 d. C.). Fue profesor en esa ciudad hacia el año 133. Parece que estuvo en Antioquía, siguiendo las enseñanzas de Satornil. Escribió un Evangelio y un comentario al mismo (llamado "Exegetica", del que quedan fragmentos). De sus odas y salmos no se ha conservado nada. Para él, el caos es la obra del demiurgo (criatura que intenta imitar a Dios). Dios, por su parte, anima la materia mediante su acción: de ahí la mezcla de los dos principios, luz y tinieblas, en el mundo material. El hombre posee la luz (el espíritu que anima su alma) y puede llegar al conocimiento si vence a las tinieblas que le rodean y están en él y que se manifiestan por la degeneración material, el retorno al caos y la corrupción de la sangre. En la escala de la creación el hombre es lo más alejado del caos, y dentro de los hombres algunos elegidos están mas cerca que otros del espíritu divino.

Para Basílides "toda evolución viva consiste en una diferenciación y una separación, en un desglose de materias originalmente mezcladas". Y es que en el mundo meteria y espíritu, los dos principios, no están separados radicalmente. El mundo material es un reflejo del mundo espiritual, su arquetipo. Por encima de todo, en lo alto, reina el Espíritu (Logos), pensamiento divino consciente de sí mismo. Por debajo está el pensamiento inconsciente de sí mismo aunque de esencia espiritual pura (el pneuma). Es como el alma del mundo que circunda el universo terrestre (lo que sería el Espíritu Santo cristiano). Luego viene una parte diferente al alma del mundo material sólo en grado, es el éter.

Siguiendo a Empédocles, formula que nacimiento y muerte no existen como principio y final, sino como composición y disolución de los elementos que forman al ser. Así, las sustancias se organizan siguiendo su respectiva gravedad. El espíritu (material y compuesto de finos átomos) se eleva para retornar a su principio. El pneuma (materia más opaca), se extiende alrededor del mundo. El éter se eleva y se extiendo sobre el neuma. Por fin, el aire llena la región siguiente. La última parte del Espíritu Cósmico se debe elevar hacia el espíritu universal. Sólo así se restablecerá la armonia en su escala de espíritu, alma y cuerpo, compenetrados recíprocamente en el cosmos así como en el hombre. Cada criatura, además, deberá ser instruída sobre su verdadera naturaleza, tal como había sido deseada en un principio por Dios, pero que no ha podido realizarse.

El conocimiento (gnosis) y no una fe ciega salva al hombre, pues lo libra de la esclavitud de este mundo. Pero está reservada a unos pocos iniciados, que lo deben mantener en secreto. En palabras de Ireneo: "Pocos pueden poseer este conocimiento; uno entre mil, dos entre diez mil"

Todo pecado del hombre reside en su deseo, que le lleva a querer transgredir su naturaleza. Contra natura es tanto la ascesis pura como los deseos sexuales. Son un estorbo y llevan a un sufrimiento siempre renovado.

Siguiendo al "Timeo" de Platón, el hombre debe evitar el amor mezclado de placer y pena si quiere acabar con el ciclo de nacimientos.

Ahora bien, al mismo tiempo considera que la liberación sólo afecta al alma y, por ello, lo que se haga con el cuerpo es éticamente indiferente. La eucaristía y la ética del amor eran sustituídas por experiencias de tipo extático.

Dejemos aquí la descripción de su sistema, añadiendo que tiene puntos de contacto con el culto de Mitra. También que entre el hombre y Dios, su principio, establece mundos intermedios. Que Cristo no es el crucificado sino el enviado del Padre. Defiende que el crucificado era en realidad Simón de Cirene, que sustituyó a Jesús; y por tanto, la resurrección no tuvo lugar.

ISIDORO

Hijo y continuador de Basílides. Sabemos poco de él, salvo que escribió una "Explicación del profeta Parchor", una "Etica" y un tratado llamado "El alma adventicia", obras que no han llegado hasta nosotros.

VALENTIN

Contemporáneo de los anteriores pero mucho más importante que ellos. Habría nacido en el año 85 d. C. en Phrebón o Pharbé, en el litoral de Egipto. En su formación se integrarían la filosofía platónica, las disciplinas y mitología griegas y las enseñanzas de Theodadis, discípulo de Tablo de Tarso (según Tertuliano en "Adversus Marcionem").

Dice Tertuliano que "Valentín había esperado el episcopado, pues estaba dotado de gran talento y elocuencia, pero fue preferido otro por su martirio; y Valentín, por indignación, rompió con la Iglesia ortodoxa" (TERTULIANO: Adversus Valentinianos).

Existen datos a favor de que, tras predicar su doctrina en Alejandría (Egipto), se trasladó a Roma para continuar con la misma labor, y de allí se habría desplazado a Chipre. Señala el mismo autor que su herejía hizo "erupción, gobernando el Imperio Antonino Pio... Venido a Roma bajo Higinio, floreció allí bajo Pio y permaneció hasta Aniceto". Si cotejamos fechas, pudo haber permanecido en Roma alrededor de treinta años.

Su influencia en la gnosis fue enorme: supo adaptar el lenguaje del Nuevo Testamento a sus enseñanzas. En palabras de César Vidal "puede decirse que hizo lo mismo que Pablo de Tarso había intentado en algunas de sus epístolas: valerse de la terminología del adversario como arma para combatirle". Según IRENEO (Adversus haereses, 3,15, 2), su habilidad como orador le permitió infiltrarse fácilmente en las iglesias y reunir a muchos adeptos; tantos que, según HIPOLITO, se llegaron a formar dos escuelas de discípulos suyos, una oriental y otra occidental. Valentín hacía una clara distinción entre profanos e iniciados. Su doctrina no desentonaba de la ortodoxia, ya que su gnosis esotérica quedaba reservada para una minoría preparada.

Escribió salmos, homilías y una serie de cartas, que se han perdido. Se conservan fragmentos suyos en Clemente de Alejandría, y en el "Evangelio de Verdad" (escrito hacia el año 150). Se le atribuye, aunque no únanimemente, el tratado "Pistis Sofía" ("Fiel sabiduría"), uno de los más importantes de la gnosis. Murió, finalmente, a los setenta y tres años, tras ganarse tres excomuniones y la oposición de la Iglesia romana. El sistema valentiniano es de los más complejos y elaborados de la gnosis. Para él, ésta es un conocimiento de los orígenes celestiales del hombre y de su fin (la vuelta a la esfera celestial). El paso por este mundo de abajo es un tiempo de embriaguez, de sueño, de ignorancia y de ceguera. La conversión gnóstica es una conversión a su profundo ser (restablecer lo que le es propio) y, de este modo, una fusión en el gran todo divino. El gnóstico "despierta" y su alma toma conciencia de su dimensión superior ("pneumática"). La luz que ilumina este conocimiento es Cristo, con el que los valentinianos quieren identificarse. La cosmogonía valentiniana vendría a resumirse así:

1) Existía un Padre único, que dominaba al todo en el silencio. Es el Supremo transcendente, que produjo un Principio del Universo y de la economía de la salvación. Ningún ser fue de él puede gozar de potencia natural para conocerlo, pero todo ser intelectual producido por él recibe la gracia de conocerlo.

2) De él emanó el "Padre que viene, el Hijo", que descendió al mundo inferior, como un sumo sacerdote, para revelar el límite que separa el mundo celestial del mundo terreno, a saber, la cruz de Cristo. Los eones, emanaciones celestiales, constituyen el pleroma, mucho antes de la etapa de la creación del universo y del mundo creado. Son prototipos de lo que será la creación. Se distinguen del Padre por su multiplicidad y su naturaleza imperfecta; conocen la existencia del Padre, pero no penetran en su esencia. Estamos situados en el pleroma, el todo: conjunto de eones o mundos, el reino del padre.

3) Uno de los eones es el Logos, capaz de conocimiento racional. Una parte del Logos pretendió el conocimiento perfecto del Supremo. Al hacerlo así, traspasó los límites fijados por el Padre y, fulgurado por la luz celestial, conoció la duda y perdió una parte de su naturaleza. La pretensión dio lugar al desprendimiento del principio del cosmos, Anima Mundi (Espíritu Santo inferior), que quedó separado del pleroma.

4) El logos ambicioso se convirtió, por la fuerza de la metanoia (arrepentimiento) y de la oración, y renació en él el recuerdo (anámnesis) de su origen celestial. Así recibió la gracia del conocimiento perfecto (= unción del Espíritu Santo superior) y fue proferido como hipóstasis subsistente (o seguna persona de la Trinidad). Liberado de su depresión y vuelto al pleroma, el logos creó las imágenes originales de los pneumáticos u hombres gnósticos, según los modelos de los eones celestiales que contribuyeron a su liberación. Hasta este momento, todo el proceso se produce en el seno del Supremo.

5) Se inició entonces un proceso fuera del pleroma. El alma del mundo (Sofía o "Sabiduría" exterior), por su parte, se separó de Dios e intentó crear ella sola, usurpando así una prerrogativa divina. Generó a los intelectuales espirituales (los hombres gnósticos o pneumáticos), y creó unos entes anímicos (psíquicos). Cayó entonces en una soledad amarga y dolorosa. El Logos-pleroma emitió un Salvador (Cristo) para recuperar al Alma del Mundo y sus productos espirituales. Este Salvador no es sustancialmente diferente del pleroma. Arrepentida, recibió a Cristo, que bajó a ser su compañero y su liberador. Su reunión gozosa simboliza ahora al todo en su unidad reconciliada.

6) Al querer emular al Padre, Sofía formó al demiurgo, uno de los eones, por error. Este demiurgo, movido invisiblemente por el logos, creó el mundo material y al hombre. Su transgresión fue permitida por Dios, en su "economía" de salvación". El hombre creado es de derechas (psíquico: puede ser salvado) o de izquierdas (hílico: violento, con sed de poder). El pneumático recibe una semilla neumática ("espiritual"), mientras que los demás hombres, criaturas del demiurgo y mezclas de materia y alma, pueden optar por hacerse hílicos o psíquicos.

7) El Salvador vino al mundo para liberar de la muerte y restaurar todas las cosas para el Padre. En su sistema, Valentín incorpora la idea del hombre primordial, claramente precristiana y pagana, en base a ciertos parecidos con el Nuevo Testamento. La inocencia primitiva de Adán y Eva -símbolos, respectivamente, de lo masculino e intelectual, por una parte, y de lo femenino y sensible, por otra- era un estado de unión andrógino. En todo su sistema, la unidad era el símbolo de la perfección. Al sucumbir a la tentación se produjo la escisión entre ambos elementos, quedando el hombre sometido a tensiones contrapuestas entre el espíritu (= elemento masculino) y la materia (= elemento femenino) y abocado a la muerte. También recupera el sustrato precristiano de la "Sabiduría" (en griego, "sofía"), ligado al concepto de sabiduría creadora que aparece en el Antiguo Testamento. Sofía Akhamot (akhamot="sabiduría", en hebreo) sería el Espíritu Santo, que reside en la ogdóada, el cielo de las estrellas fijas. En los cielos planetarios o hebdómada dominan los arcontes, los ángeles del demiurgo, que odian a los hombres e intentan impedir que alcance su plenitud en el Pleroma. En cuanto a la naturaleza de Jesús, para los valentinianos está dotado de un cuerpo hílico, material, tomado de María, una virtud (racional), una virtud (espiritual) y la persona del Hijo, al igual que los ofitas. Sería preexistente y se introduciría en María, pasando a través de ella "como el agua a través de un canal". La escuela itálica distinguía dos etapas en la vida del Salvador: antes del bautismo en el Jordán tenía Jesús un cuerpo corruptible como el de Adán y era, por tanto, hijo natural de María y de José; es a partir de dicho bautismo cuando el Cristo celeste se hace hijo del Padre y de la madre Virgen para redimir la carne contaminada por el desliz de Adán. Jesús tiene, pues, dos madres: a) la esposa de José, b) la "Virgen incontaminada", esposa del Padre celestial. La misión del Salvador sería la de revelar el conocimiento que hace pasar al gnóstico de un mundo de tinieblas dominado por el error a un mundo de luz en el que reina la verdad.

Sobre el ritual, los valentinianos tenían cinco sacramentos: bautismo, unción (o "crisma"), eucaristía, redención y cámara nupcial (o matrimonio gnóstico). El bautismo, por inmersión, colmaba la deficiencia del hombre, a través de Cristo. Servía para perdonar los pecados. Nada tenían en contra de la variante ortodoxa, incluso se refieren a menudo a él, como propio de Juan Bautista. Pero era superior la unción, el verdadero bautismo espiritual, si se quería obtener el nombre de cristiano en propiedad, y no como mero préstamo. En el bautismo valentiniano el nuevo "perfecto" era bautizado en el mismo nombre que el de su ángel. Con la unción se accedía a todo el misterio de la salvación, se participaba de la unión del Padre y del Hijo. Daba poder sobre las potencias del destino y sobre el mundo de la generación carnal. En cuanto a la eucaristía, señalaban que es germen de resurrección, porque el pan y el cáliz, símbolos de la carne y sangre de Jesús, lo son asimismo de la unión entre el Logos y el Espíritu Santo. Permitía al creyente unirse al hombre perfecto y hacerse también él perfecto. A través de la redención (apolytrosis) el alma del perfecto ascendía a través de los cielos planetarios tras la muerte. Recuerda a la unción católica.

Finalmente, la primacía absoluta correspondía a la cámara nupcial. Con ella se unía el alma y el cuerpo, se unía la "imagen" (=semilla pneumática del gnóstico en calidad de esposa) con su "ángel", realizada aquí abajo como anticipación a la unión definitiva en el plano escatológico. El gnóstico que había consumado esta unión en sí mismo se hacía con ello inmune a los ataques de los espíritus inmundos durante su vida terrena y aún después de la muerte.

Tertuliano en su tratado "Contra los valentinianos", nos habla del aspecto esotérico de los mismos, relacionándolos con los antiguos misterios de Eleusis: un acceso difícil al grupo, prolongando la iniciación antes de ser incluído plenamente en la secta, y a continuación, la regla de silencio. Los valentinianos daban gran importancia al evangelio de Juan, y además, según Ireneo "situándose fuera de todo temor y publicando escritos de su propia cosecha, se jactan de poseer más evangelios de los que existen" (Adv.haer. III, 11,9)

PTOLOMEO

El miembro más importante de la escuela italiana de Valentín. Escribió una "Carta a Flora" donde discute acerca de la ley mosaica y defiende que ésta no es de origen exclusivamente divino, sino que se adivina una mano humana (tema caro al gnosticismo). Se conserva por EPIFANIO DE SALAMNIA (Haer. 33, 3-7).

Junto a Heracleón, fue exponente de una rama del valentinismo que había iniciado un movimiento de acercamiento a la opinión ortodoxa. Ireneo nos dejó una descripción sintética de su doctrina. (Tras describir la génesis del cosmos, en los términos valentinianos expuestos más arriba):

"Sophia Akhamot generó frutos a imagen de los ángeles del Salvador, vástagos espirituales.- El Demiurgo hizo al hombre terrenal a partir de la materia fluida, e infundió en él el hombre psíquico. Este es el que fue hecho a imagen y semejanza.- De esta manera los gnósticos reciben el alma del Demiurgo, el cuerpo, del barro, y el hombre espiritual, de la madre Akhamot. Hay tres clases de hombres: el material, designado también de izquierda, perece por necesidad; el psíquico, designado de derecha, encontrándose en medio del espiritual y del material, se puede inclinar hacia el uno o hacia el otro; el espiritual, que enviado al psíquico para educarse con él. Cuando toda la semilla haya alcanzado la perfección, Akhamot, la madre, abandonará la región intermedia y entrará en el Pleroma, y recibirá a su esposo, el Salvador. Todo el Pleroma es entonces la cámara nupcial. Los espirituales se desnudarán de las almas y vendrán a ser espíritus inteligibles, y entrarán en el Pleroma, destinados a ser esposos de los ángeles que hay en torno al Salvador. También el Demiurgo se trasladará al intermedio. Las almas de los justos (de los psíquicos) encontrarán reposo en la región del intermedio. Cuando todo esto haya sucedido, el fuego que está oculto consumirá toda la materia." IRENEO, Adversus haereses, I, 4-7).

Su sistema difiere respecto al valentinismo clásico, sobre todo, en que abandona el teorema de las tras naturalezas impermeables El rasgo diferencial más importante respecto al valentinismo clásico es el abandono del teorema de las tres naturalezas impermeables. La condición de espiritual se puede perder y ganar (como la "gracia" de los católicos).

HERACLEON

Al parecer, fue el discípulo preferido de Valentín, y pertenecía a la escuela italiana. Como obra más importante destaca un comentario al evangelio de Juan, recogido por ORIGENES en su comentario al mismo evangelio. Heracleón comprende que cuando el Evangelio de Juan (1,3) señala que "todo se hizo por él", se refiere al cosmos corrompido, creado por el creador, el demiurgo, bajo la dirección de las órdenes del Verbo del Dios trascendente, y excluye al pleroma. Heracleón mostraba una actitud radical contra el bautismo católico. Consideraba que el bautismo del agua era del diablo, puesto que el agua es materia y toda materia es mala. Así el bautismo de Cristo no sería de agua, sino de espíritu. Se basaba para ello en el evangelio de Juan (XX, 22). La obra gnóstica "Tratado tripartito", de Nag Hammadi, parece estar 1marcada también por su doctrina. En ella se muestra una gnosis paulatinamente cristianizada: el dualismo gnóstico da paso a un mundo material impregnado por el Dios bueno, la materia es útil para la salvación, la caída del logos fuera del pleroma es interpretada positivamente y no es tan clara la frontera entre los pneumáticos y los psíquicos (gnósticos y profanos, respectivamente).

FLORINO

Perteneció también a la escuela romana de Valentín. No se sabe mucho de él. Por lo que dice IRENEO, parece que defendió que Dios era responsable del mal en el mundo. Era presbítero de la Iglesia y su influencia fue muy grande en las Galias.

BARDESANES

Perteneció a la escuela oriental de Valentín. Nació en Edesa, relacionado con la corte, y se convirtió al cristianismo a los veinticinco años. Cuando el emperador Caracalla (216-217) invadió Edesa, huyó a Armenia.

Después, hacia el 222-223, murió en Siria. No se sabe cuando entró en contacto con los gnósticos. Según EUSEBIO, al final de su vida abandonó la gnosis, aún conservando rasgos de su etapa gnósitca (Hist. Eccl. 4,30). De sus obras sólo se ha conservado el "Diálogo sobre el destino".

En opinión de César Vidal debió seguir siendo gnóstico siempre, aunque guardara las formas para evitar represalias eclesiásticas. La prueba sería que compusiera unos 150 himnos para propagar su doctrina, que sus seguidores sobrevivieran hacia la segunda mitad del s. IV (disputando con Efrén) y que en el siglo X lo citase el árabe Ibn Abi Jakub en su lista de las ciencias denominadas Fihrist.

HARMONIO

Hijo de Bardesanes. Sus himnos aún gozaban de popularidad a mediados del s. V (segun SOZOMENO). En alguno de ellos podría haber enseñado la doctrina de la transmigración de las almas (cosa poco común entre los gnósticos).

TEODOTO

Pertenecía a la escuela oriental de Valentín. Sabemos de su doctrina por CLEMENTE DE ALEJANDRIA. Adoptó la doctrina de la Iglesia en cuanto a sacramentos cambiándolos de contenido (un rasgo valentiniano), encaminados a la lucha contra el maligno. Para Teodoto, la gnosis era el conocimiento que liberaba de las siguientes cuestiones: "¿Qué es lo que éramos? ¿En qué nos hemos convertido? ¿Dónde estábamos? ¿Adónde hemos sido arrojados? ¿Hacia qué meta nos apresuramos? ¿De qué hemos sido rescatados? ¿Qué es la generación? ¿Y la regeneración?". La respuesta: el hombre tiende sustancialmente a la unión con el Dios verdadero y perfecto, aunque inefable; ahora bien, por destino específico el hombre reside en el exilio de un mundo imperfecto que lo aprisiona y llena de turbación por medio de fuerzas malignas. La única vía de liberación de estos poderes está en el conocimiento de sí mismo y el reconocimiento de su separación del Inefable; sólo así el hombre conseguirá el retorno al Reino de la Luz.

Se valió, como su escuela, del evangelio de Juan, cuyo prólogo interpreta como alusión a los emparejamientos de los eones del pleroma, antes de la creación del demiurgo, según la concepción valentiniana.

MARCOS EL MAGO

También perteneció a la escuela oriental de Valentín. Sabemos poco de él. Su éxito entre las mujeres y ciertas habilidades presuntamente paranormales que se daban durante algunos ritos (como la eucaristía) lo hicieron famoso: sus discípulo se extendieron hasta el Ródano, según IRENEO.

Es un antecedente de algunas prácticas cabalísticas, como la gematría: calculaba los valores numéricos de las letras griegas aplicadas al nombre de Jesús. También apoyó su doctrina y exégeis en la astrología.

CARPOCRATES

Como Basílides y Valentín nació en Alejandría. Probablemente fue contemporáneo del papa Aniceto (154-165). Era un auténtico hechicero que practicaba la magia, la elaboración de filtros amorosos, encantamientos y el envío de sueño. La posesión de estos "poderes" hacía que algunos de sus discípulos se considerarsen superiores a los apóstoles y a Cristo. Llevaban incluso una marca para reconocerse entre ellos. Consideraban a Jesús un ser humano como los demás, sólo que dotado de una excelente memoria para recordar lo que contempló junto a Dios, y con gran fortaleza en la lucha contra las fuerzas malignas. También creían que el mundo habría sido creado por ángeles inferiores, y no por el Dios que habría visto Jesús.
Carpócrates despreció la moral cristiana, considerando absurda su división entre el bien y el mal. De sus escritos sólo se han conservado fragmentos de su obra "Sobre la justicia", que redactó su hijo Epífanes (adorado como dios tras su muerte siendo adolescente).

MARCION

Era un comerciante de Frigia (Asia Menor), que viajaba con mucha frecuencia a Roma por motivos de negocios. Se había convertido al cristianismo en su tierra natal, y en Roma se comportó como cristiano fervoroso, contribuyendo con grandes cantidades de dinero al sostenimiento de la comunidad.
Escribió una obra llamada "Antítesis", donde exponía sus ideas teológicas, que chocaban frontalmente con la opinión "oficial", puesto que mostraba influencias gnósticas. Por ello esta obra fue destruída y sólo sabemos de su contenido por la refutación, en cinco volúmenes, que le escribió TERTULIANO.
No obstante, Marción no era propiamente un gnóstico, pues rechazó muchas doctrinas comunes de la gnosis. El eje central de su doctrina era la distinción entre un Dios supremo, oculto, inaccesible, bueno, perfecto, inefable, incomprensible, etc., y otro -a quien se llama también Dios, aunque sin serlo propiamente- que es el demiurgo. Este es en realidad una especie de ángel o potencia sobrenatural inferior (primer ente en la escala descendente de los seres a partir del pleroma divino), al que por desconocimiento los humanos llaman Dios, e incluso él se denomina a sí mismo así. El Dios verdadero, el primero, o "Dios extraño" por lo desconocido y lejano, es el Dios de la bondad. El segundo, el demiurgo, es el Dios de la justicia, el creador del mundo, y el Dios al que los judíos llaman Yahvé. Marción rechazaba al dios judío por su crueldad: era amante de los sangrientos holocaustos y ordenaba matanzas ocasionales. Para él, ese dios no podía ser el Padre celestial que predicaba Jesús. Jesucristo, al contrario, es el mensajero del Dios desconocido y supremo, y proclama el "evangelio del Dios extraño". Por eso, la doctrina del Antiguo Testamento, que procede del demiurgo, y la de Jesús, que viene del verdadero Dios, son opuestas e irreconciliables. Así, por poner algún ejemplo, el código de conducta, preconizado por Moisés, mensajero del Dios falso, es la ley del talión, "ojo por ojo"; la de Cristo, por el contrario, es "amar a tu enemigo". Otro ejemplo más: Eliseo hizo que un oso devorara a unos adolescentes que le insultaban, mientras que Jesús dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí".
Marción rechazó, por consiguiente, el Antiguo Testamento entero como producto de ese "Dios" justiciero y perverso, así como muchas de las doctrinas de la corriente mayoritaria cristiana, que creía que Jesús era el Mesías del Dios judío. Basándose en la Epístola a los gálatas de Pablo, en la que dice que sólo hay un evangelio, y que otros engañan a los creyentes con "otro evangelio", Marción entendió que sólo Pablo había interpretado bien a Cristo, y lo adoptó como autoridad. Y comenzó a expurgar las escrituras.
Estableció un canon compuesto de las nueve epístolas paulinas a las siete iglesias, más la de Filemón. De los evangelios, sólo dejó el de Lucas (quizás por que fuera éste discípulo de Pablo), eso sí, expurgado de toda referencia "judaizante". Eliminó las alusiones al origen judío de Jesús, modificó la pasión (puesto que Marción era doceta: pensaba que Cristo sólo había padecido en la cruz en apariencia), suprimió la resurrección.
Su canon de escrituras se puede reconstruir con las numerosas citas de TERTULIANO y EPIFANIO. Fue la primera labor de este tipo en el cristianismo.
Quizás como reacción a él la Iglesia oficial emprendió la labor de confeccionar el suyo propio, y estableció de una vez por todas la validez del Antiguo Testamento para los cristianos. Los seguidores de Marción eran muy estrictos en materia moral, esperaban el fin del mundo cercano (según 1 Tesalonicenses). Se extendieron desde Roma por todo el imperio y crecieron en número, pese a que su fundador fuera excomulgado en el año 144.

LOS CAINITAS

Se cree que en sus inicios no eran cristianos. Influídos por el dualismo platónico, pensaban que el Dios perfecto no podía ser el Yahveh bíblico, con sus batallas, sacrificios sangrientos, matanzas y decisiones a menudo caprichosas e injustas. Su primera víctima habría sido Caín, que aunque hizo mal en matar a su hermano Abel, lo hizo justificado por la actitud de rechazo hacia el sacrificio que él le ofrecía. Para la cainitas, como los valentinianos, había tres categorías de hombres, según su comprensión de las verdades divinas: el prototipo de los "pneumáticos" o "espirituales" sería Caín, el de los "anímicos" Set, y el de los "materiales" Abel... Reconocían como genio protector al herrero Tubalcain, uno de los descendientes de Caín, que había honrado la memoria de su antepasado, del cual también se declaraban sucesores (según Epifanio (Panarion XXXVIII, 1). También rehabilitaron a otros "díscolos" de la Biblia como Esaú y Coré.
Como los saduceos, los cainitas no creían en la resurrección final de los cuerpos. Cuando se cristianizaron sostuvieron la tesis de que Judas Iscariantes, antes que traidor, fue un eficaz colaborador de la obra del Dios supremo. Jesús sabía lo que haría y lo dejó hacer, puesto que al propiciar su muerte consiguió también la Salvación humana, cumpliendo los designios del Padre y oponiéndose a las potencias hostiles que querían impedirlo. Más aún, para algunos de ellos, quien realmente habría sufrido el suplicio material de la crucifixión habría sido Judas, mientras que Jesús sólo habría sido objeto de la crucifixión (6).

LOS SETHITAS O SETIANOS

Estos gnósticos siguieron una evolución que partiría, según Jean Doresse, de los egipcios de origen judío, que interpretarían la Biblia hebrea con ayuda de la filosofía griega, el hermetismo helénico y las religiones caldeas e iranias. Después recibirían influencias del simonismo samaritano y de Basílides. Entonces quisieron identificarse con el cristianismo pero, al ser rechazados, conectaron con los neoplatónicos. No obstante, Plotino y Porfirio, de estos últimos, acabaron dejándoles de lado por los fenómenos a que se entregaban en sus ritos (sobre todo la glosolalia).

Creo esta hipótesis algo rebuscada. Lo que es cierto es que es una escuela que sólo pudo darse en la zona heleno-egipcia, donde la síntesis de religiones y credos daba lugar al sincretismo religioso de ciertos grupos. Como la mayoría de los gnósticos, daban mucha importancia a la cosmogonía, el tema de la caída, la redención y la consumación. Incorporaban prácticas mágicas y ritos precristianos. Interpretaban de manera alegórica el Antiguo Testamento. A ellos pertenecería el "Evangelio de los Egipcios" y el "Apocalipsis de Adán", ambos de la Biblioteca gnóstica de Nag Hammadi.

Sustituían la trinidad católica (Padre, Hijo y Espíritu Santo) por la de Padre, Hijo y Madre. Se debía a la idea del gnosticismo más antiguo de una madre primigenia y divina que descendía al mundo varias veces a fin de redimirlo. Además, en hebreo, Espíritu (=ruah) es femenino. El mundo actual, imperfecto y malo, era obra de un dios malvado, Sakla, identificado con el dios del Antiguo Testamento. Tres principios originaron el universo: la luz (que está en lo alto, proviniente del Dios supremo), las tinieblas (las aguas de abajo) y el espíritu (soplo situado entre las dos anteriores). André Wautier describe así el proceso (ver bibliografía): "Las funestas aguas de abajo atraen constantemente hacia ellas parcelas de la luz y del espíritu: el hombre está hecho de esas parcelas, puesto que su alma procede de la luz, su inteligencia de los perfumes del espíritu y su cuerpo de la materia opaca. Dichas parcelas tienden a volver a su elemento primordial, pero las aguas tenebrosas se esfuerzan en retenerlas en la materia mala, engendrada por la Tiniebla en unión libidinosa con la Matriz original".
Decían derivar su sabiduría de Seth, el tercer hijo de Adán, primero de la raza setiana, al que consideraban como el más grande de los profetas hebreos, superior incluso a Moisés. En su opinión, cuando Adán y Eva desobedecieron al Creador, éste les precipitó a una tierra inferior al territorio en que se había plantado el jardín del Edén. Aquellos sólo engendrarían una descendencia perversa, pues Caín y Abel derivarían de las relaciones sexuales entre Eva y un poder diabólico. En cambio Set sería, para los setianos, el único hijo de Adán. Con el se perpetuaría una estirpe de hombres perfectos: los "hijos de Dios" que, en el monte Hermón, vivieron una piadosa soledad conservando la nostalgia del paraíso terrenal. Set acabaría por encontrar el paraíso y de él habría traído un libro que se convertiría en el llamado de Enoch.
Ya en la apocalíptica judía, este hijo de Adán fue el que transmitió a sus descendientes la primera revelación de Dios hecha a Adán. Para unos setianos Seth era el Logos preexistente que se encarnó en Jesús; para otros, Jesús era el hombre primigenio (y su crucifixión fue aparente).
Posteriormente, se identificó a Seth con Jesús y con el dios egipcio del mismo nombre. Habría venido al mundo en tres ocasiones para enseñar el conocimiento liberador: la primera vez se habría revelado a Nicotea, otro patriarca; la segunda, bajo el nombre de Derdikea, a Sem, uno de los hijos de Noé, cuyos descendientes se establecerían cerca del antiguo emplazamiento de Gomorra. La tercera vez habría sido bajo la forma de Jesús. Cristo habría tomado únicamente la apariencia de un hombre. Para engendrarlo, el espíritu de Dios habría tomado la forma de una serpiente, que fecundó la matriz de una llamada virgen María. Mas, tras haber penetrado los vergonzosos misterios del vientre, el espíritu se habría purificado bebiendo agua viva, y cubriéndose después con un brillante manto celeste para subir al cielo.
Tras haber bajado a los infiernos, volvería a la Tierra a predicar una doctrina exotérica, habría sido crucificado tras una conspiración de arcontes vasallos de Jaldabaoth (es decir, ángeles caídos que se habían rebelado contra el Padre) y habría sufrido una muerte aparente (la crucifixión sería una transposición en el plano terrenal del mismo hecho con dimensiones cósmicas). Después habría sido llevado a los cielos junto al Padre, que le dio entonces el nombre divino de Jesús. Nombre con el que descendió a la tierra para enseñar a los mejores de sus discípulos la parte esotérica de su doctrina.
En la escatología setiana, el regreso del Salvador a este mundo debía producir además un completo giro del universo, la derecha convertida en izquierda, el encima en debajo, y a la inversa. Finalmente, tras un combate escatológico, triunfaría el "iluminador", el Dios bueno.
A principios de nuestra era, los setianos sufrieron la influencia de los orfistas y de los ofitas. Tras el contacto con los gnósticos paulinos de Alejandría, principalmente Basílides, Valentín y Heracleón, acabaron por cristianizarse. Como todos los gnósticos, se oponían a la jerarquía romana e impugnaban su legitimidad. No obstante, contrariamente a los gnósticos sirios, los setianos, como los demás gnósticos cristianos de Egipto, no renegaron totalmente del Antiguo Testamento, aunque lo interpretaran de forma muy diferente a como las religiones surgidas del hebraísmo.