Por Hyranio Garbho
El nombre de Chile es un misterio. Aunque lo es también el nombre de otros países de la América románica. Pero, si bien es cierto, no ha podido determinarse el origen o significado del nombre de muchos de estos países, el caso de Chile representa definitivamente un caso aparte, sólo parangonable al misterio que rodea el origen y significado del nombre de "Brasil". Por ejemplo, el nombre de países como Paraguay, Uruguay, Panamá, Nicaragua y México, aunque aun se discute su significado, se sabe con precisión que son de origen indígena. Paraguay y Uruguay son voces guaraníes. México es una voz nahuatl. También el nombre de Guatemala es de origen nahuatl, pero en este caso queda claro cuál es su significado. Guatemala significa "lugar de muchos árboles". Nicaragua, el otro país cuyo nombre es de origen indígena viene del cacique Niquerahua. Y también los nombres de Colombia y Bolivia, se sabe, fueron puestos en homenaje de personajes emblemáticos de la historia de nuestra Latino América. Honduras, el Salvador y Costa Rica son voces castellanas. Aunque en el caso de Honduras se cree que la palabra es una castellanización del nombre "Huntulha" cuyo significado es "país de costas acuosas". Con razón o sin ella, la palabra es indiscutiblemente una voz castellana; y es muy difícil no atender, por sentido común, a la idea que ésta expresa: la idea de profundidad, de honduras. Por lo que muy probablemente el nombre del país haga referencia a una región de Honduras y Profundidades -se sabe que esta región es montañosa en casi un setenta por ciento. En mi opinión este nombre no pudo venir sino de este hecho. La palabra Perú, aunque se ignora su significado, es también de origen indígena. Los indígenas del río Virú, al norte del actual Perú, llamaban a este país Virú. Y aunque existen otras hipótesis la nominación de esta región como Perú -castellanización de la voz indígena Virú o Berú-, desde antes del descubrimiento del país, es un hecho documentado y ampliamente constatable. Los nombres de Venezuela, Ecuador y Argentina son, junto a los ya mencionados nombres de Colombia y Bolivia, los que menos misterio representan. Ecuador fue llamado Ecuador por la línea del Ecuador, Venezuela lo fue por su remembranza de la Venecia itálica; y Argentina es una castellanización de la palabra latina Argentum, cuyo significado es "plata", en referencia al "País de la Plata". Sólo "Brasil" y "Chile" constituyen nombres misteriosos de los que se ignora, incluso, el origen de la palabra.
La Isla de Brasil en el Mapa de Abraham Ortelius, 1572 |
Aunque el nombre de Brasil proviene indiscutiblemente del hecho de que los descubridores portugueses confundieron el lugar con la mítica Isla de Brasil, ubicada en el Atlántico, frente a las costas de Irlanda (de allí su carácter misterioso), es parangonable al caso de Chile, por dos importantes razones: primero, porque se ignora por completo el origen de la voz "Brasil", y, segundo, porque está asociado a una Isla en el Atlántico, isla fantasmagórica, de la que se tiene evidencias únicamente en los mapas del medievo, particularmente los mapas de Dalorto (1325), Pizigani (1367), Piri Rei (1513), Ortelius (1595), Mercator (1595) y el famoso mapa de Europa, anónimo de 1570 (En otro artículo próximo me referiré, in extenso, a este curioso misterio). Esta isla fantasma del Atlántico es relevante porque está asociada a las leyendas de la Atlántida, Thule y el país de los hiperbóreos. Es en este sentido, ya se verá más adelante, que el nombre de Brasil es igualmente misterioso que el sagrado nombre de Chile. Oficialmente se sabe que la palabra Brasil viene del Pau-Brasil (en castellano: Palo Brasil), nombre que los portugueses dieron a un árbol de la región que crecía allí abundantemente y que al ser rojo como una brasa le llamaron Brasil. Pero es probable, no lo sabemos, que esta fuera la misma razón por la que la fantasmagórica isla del Atlántico fuera llamada así. Después de todo, no sería descabellado imaginar, atendiendo a los relatos que existen, que la Thule de los orígenes tuviera un aspecto tan paradisiaco como lo ostenta el país del Pau-Brasil.
Mapa de Angelino Dalorto, la cartografía más antigua (1325) donde aparece la fantasmagórica Isla de Brasil |
El
nombre de Chile se relaciona con esto último porque la voz Chile, que no es una
voz indígena, hace igualmente referencia a un misterio relacionado con la
Atlántida, con la Thule de los orígenes.
La voz Chile, digámoslo sumariamente, es la traslación a voces indígenas
de una voz todavía más antigua, de origen germánico, rúnico, atlántico, en la
que aun podemos oír las palabras Tile, Tyle, Thyle, Thule. He aquí su carácter sagrado. Lo que sigue es una hipótesis personal sobre
el origen del vocablo Chile.
No
hay consenso aun sobre el origen de la voz "Chile". Y probablemente no lo haya en mucho tiempo
más -si es que acaso cabe pensar optimistamente que lo haya alguna vez. Según las hipótesis más célebres el nombre de
Chile vendría del trinar de un pájaro, de una voz quechua que significa frío, o
una voz aimara que significa lugar donde se acaba la tierra, del nombre de un
cacique o de un hidrónimo en el valle del Aconcagua, etc. Ninguna de estas hipótesis, no obstante,
aclara el significado de la palabra. Y aunque algunas nos resultan ampliamente
descartables, otras nos merecen una atención y una mirada más cuidadosa.
Don
Alonso de Ercilla y Zúñiga, en la Araucana, dijo que el nombre de Chile se
debía al nombre del valle principal de la región[1]. González de Najera añadió a esto que el
nombre de Chile era de origen indígena -aunque no especificó cuál- y que
significaba "frío", porque los indios consideraban que estas tierras
eran muy frías a causa de los vientos que corren de sus nevadas sierras en
invierno[2]. Diego de Rosales, en el siglo XVII, decía que
el nombre de Chile se debía a un cacique del Aconcagua llamado Tile[3]. Pero el mismo autor añade en su Historia General
del Reino de Chile que el nombre fue puesto por los españoles, quienes
castellanizaron la voz indígena Tili.
Según Rosales, cuando Almagro marchó del Cuzco hacia la conquista de las
tierra del Sur se topó con unos indígenas a quienes preguntó de dónde venían, y
respondiéndoles éstos que venían de Tili o Tile decidió poner así a estas tierras,
castellanizando la voz Tile en Chile.
Jerónimo de Vivar, mucho antes que éstos últimos, señaló en su Crónica y
Relación Copiosa y Verdadera de los
Reinos de Chile, fechada en 1558, que el nombre de Chile se debe a la
expresión aymara "anchachire",
cuyo significado es "gran frío",
dada a Almagro por unos indígenas venidos del Perú. Según Vivar este es el motivo por el que se
le llamó al valle CHIRE, de donde por deformación del uso de la palabra culminó
llamándose Chile. Aunque esta hipótesis
no me parece en absoluto descabellada no veo por dónde, en cuanto lingüista que
soy, que la letra "R" se haya podido declinar en "L". Estructuralmente hablando, las corrosiones
del lenguaje, que acontecen todas siempre siguiendo un patrón estructural (esto
ya lo estudiaron los discípulos de Saussure y el propio Saussure antes que
ellos) dan cuenta de una lógica en la que esta supuesta declinación de la
"R" en "L" resulta muy sospechosa, por no decir, rara o
imposible. Pero suspendamos mientras
nuestro juicio al respecto.
En
febrero de 1925, en Panamá, tuvo lugar uno de los hechos más curiosos de la
historia de nuestra América románica.
Allí, los indígenas kunas del Panamá decidieron independizarse de este
país formando una República Autónoma a la que llamaron TULE. Este hecho no sería tan sorprendente si no
viniera unido a otro símbolo significativo, cual es, el símbolo y diseño de la
Bandera de la naciente República de Tule.
Esta Bandera, semejante en colores y diseño a la Bandera de España
ostentaba en el centro el símbolo de una ESVÁSTICA. Para quienes tenemos conocimiento esotérico
no será difícil notar la sincronía: La ESVÁSTICA era el símbolo del país de
THULE, de la más antigua tradición. Por
eso fue el símbolo privilegiado de la Sociedad Thule: una esvástica a la que se
anteponía una daga. Pero ¿por qué los
indígenas kunas del panamá decidieron llamar a su naciente república como
República de TULE? ¿Qué clase de memoria, de recuerdos ancestrales, tenían
estos indígenas, que les permitía, además, asociar el nombre de Tule al símbolo
de la esvástica?
Nuestra
explicación, dicha del modo más sucinto que puedo, es la que sigue. Me baso, para ello, en el testimonio de un
libro sagrado que tengo el privilegio de estar traduciendo. Me refiero a Las Bodas de Arkhanen. Según Las Bodas de Arkhanen el verdadero
nombre de la Atlántida fue Thule.
Atlántida no es un nombre, sino un modo de expresarse. Esto me lo sugirió otro libro que traduje y
que fue ya publicado el año pasado bajo el título de Oera Linda. Atlántida es una expresión proto-nórdica que
significa "Tierra Antigua" (Alt-Land, de donde viene Atland). Es la tierra ubicada más allá del viento
norte, en el extremo septentrión, que Píndaro llamó el país de los
hiperbóreos. Tampoco
"Hiperbórea" es un nombre, sino una expresión. Ésta nunca fue usada, en realidad, por los
antiguos -es decir, por Píndaro o sus contemporáneos. Píndaro no habló de HIPERBOREA, sino de los
HIPERBOREOS, para referirse a los que habitaban un país en el extremo septentrión
al que nunca nominó. Ese país, siguiendo
las enseñanzas de Las Bodas de Arkhanen y del Oera Linda, se llamó THULE, su
símbolo fue una ESVÁSTICA, y sus habitantes se llamaron ARKHANEN. Ese país desapareció sumergido en las aguas
del Atlántico. Sus habitantes, los que
sobrevivieron, hablaron de él como la Tierra Antigua, Atland; nombre que llegó
a los oídos de Platón como ATLÁNTIDA.
Ecos de esa tierra podrían ser la fantasmagórica Isla de Brasil, pero
también la Tile de los mapas de Olaus Magnus y otros cartógrafos del
renacimiento. Sumergida en el océano,
sus sobrevivientes marcharon en distintas direcciones. Y algunos de ellos llegaron a estas tierras
con sus servis y anquilæs (esto es, con los ancestros de los indígenas), pero
marcharon luego de retorno a sus orígenes, grabando en la memoria de estos
últimos, el esplendor de una época
dorada que no tendrá eco en sus porvenires.
Basado
en este relato me permitiré elaborar la siguiente hipótesis sobre el sagrado
nombre de Chile. Asumiendo que los
habitantes de la antigua Thule (Atlántida o Hiperbórea para los desentendidos)
hubieran efectivamente desembarcado en las costas de nuestra América, en una
época tan inmemorial que se pierde en la noche de los tiempos, es ésta una
razón que podría explicar la curiosísima existencia de la fugaz República de
Tule en Panamá y su símbolo de la esvástica en la bandera. Lo que pudo acontecer fue lo siguiente: los
arkhanen, habitantes de Thule, sobrevivientes de su inmersión en el océano,
fundaron en la América Central un reino, un magnificente reino, constructores
quizá de las pirámides de México, y verdaderos autores del calendario, la
astronomía y la escritura equívocamente atribuida a los Mayas. Pero siguiendo un impulso vital (una memoria
de su sangre) marcharon de esas tierras hacia el polo Sur, y más allá todavía,
hacia la Antártica. Los únicos que le
recordarían en la América Central serían los indígenas. Por eso los kunas, quienes guardaban en su
memoria ancestral el recuerdo de los antiguos habitantes de la Thule
desaparecida, en homenaje de éstos buenos gobernantes, decidieron emularles en
el nombre y en el símbolo que grabaron en el corazón de su bandera.
Mapa de Athanasius Kircher (1669) representando una posible ubicación de la Atlántida (THULE). Es curioso observar aquí cómo este mapa ha invertido la orientación de los Polos |
Pero
los arkhanen siguieron su impulso vital más al sur. Buscaban el oasis en las frías tierras
meridionales de la América Patagónica.
Después de todo, la leyenda de la Thule ancestral dice que ésta era un
oasis tropical, parecido a las tierras del Brasil, en medio de una zona de
hielos eternos. ¿Vinieron los arkhanen, los habitantes de la antigua Thule, a
estas tierras del sur del mundo?
Recapitulemos un poco lo que hemos venido diciendo y atemos los cabos
que antes dejamos sueltos. Jerónimo de
Vivar y González de Najera decían que los indios aymaras llamaban a este lugar
Chire y que esta palabra significaba FRÍO.
Ambos dicen luego que la palabra CHIRE se desvirtúa entre los españoles
convirtiéndose en CHILE. Desde un punto
de vista de la lingüística estructural, ciencia que estudia la estructura de
las lenguas, un cambio de este tipo vendría a ser muy raro o imposible. Ya apuntamos algunas líneas sobre esto más arriba. Pero no sé si podría ser factible al
revés. Esto es, que la palabra no fuera
indígena, y que los indios hayan podido mutar el sonido de la "L" por
el de la "R". Y aunque no sé
absolutamente nada sobre lenguas indígenas de este lado del mundo, me hace
mucho más sentido el que los indios hayan podido trucar la "L" por la
"R" y no al revés. Así, la
palabra que los indios aymaras asociaron al "frío" podría venir
perfectamente del nombre conocido por ellos de este lugar. Es decir, en otras palabras, que no fue en
virtud del frío que los indios llamaron Chire a Chile, sino que fue al revés,
esto es, que en virtud a que estas tierras eran ya llamadas Chile por
habitantes ancestrales, y en razón a lo frías que eran, fue que los indígenas
aymaras, y probablemente otros indígenas antes que ellos, llamaron Chire al
frío.
Nuestra
hipótesis es la que sigue. Los arkhanen
de Thule llegaron a estas tierras en épocas inmemoriales, fundaron aquí su
famosa Ciudad de los Césares a la que llamaron Thule, como su patria ancestral,
y los ecos de esta voz se grabaron en la memoria de los indios locales, algunos
de los cuales, los de más al norte, con el trascurrir del tiempo, pudieron
mutar, en parte, su sonido (el reciente ejemplo revisado de la "R" y
la "L"). Pero más al sur el
nombre se conservó casi íntegramente. La
voz griega Θουλη suena "Zule"
y la voz, también griega, Θυλη suena
"Zile". Ambas Θουλη y Θυλη fueron
las palabras que los griegos utilizaron para Thule. La primera se transcribe literalmente como
THULE y la segunda como THILE. Siendo la
TH un fonema anglosajón, germánico-nórdico conocidísimo, que se pronuncia muy
cercanamente al sonido de la "Z" de la península. En nuestra opinión, la voz Chile se deriva de
Tile, y ésta a su vez de Thile o Thule. Después
de todo, es ésta una opinión muy bien fundada de don Diego de Rosales, quien
decía que el valle del Aconcagua era llamado por los indígenas TILE, y lo decía
apenas cien años después que Olaus Magnus publicara su Carta Marina, donde
aparece el nombre de THULE como TILE, sin que tengamos noticias que el cronista
español haya conocido al cartógrafo sueco.
En realidad, lo que creemos es que el nombre de TILE es una evocación de la vieja THULE y que ésta es la razón por la que éstas tierras fueron llamadas así. De esto estaba esotéricamente informado nuestro Padre Patrio, don José Miguel de la Carrera y Verdugo, quien, no sin conocimiento, hizo poner en el frontis del escudo nacional (el Escudo de la Primera República) la siguiente críptica leyenda hasta hoy muy mal comprendida e interpretada: POST TENEBRAS LUX. Si se lee mi artículo sobre el significado del nombre de Thule, publicado en este Blog, se entenderá el sentido de esa leyenda en el Escudo. THULE significa precisamente que el triunfo sobre la muerte (en el caso de la naciente república de Chile, la independencia del tirano francés) se conquista a través de un camino que va de la oscuridad a la luz (Post Tenebras Lux). Pues es ése un primado de significación esotérico-alquímico. Pero hay todavía más: en la bandera elegida para presidir el pabellón de la naciente república el Padre de la Patria utilizó los colores de la Aurora de Thule (el azul, el blanco y el amarillo) e hizo poner en una esquina de la franja superior, la franja blanca una Cruz de Santiago en color rojo. Es esta cruz un fyrfos, una esvástica encriptada[4]. Completando con ello una asociación más que sincronística con la vieja Thule, a la que estamos unidos por tradición y destino.
Mapa de Olaus Magnus (1572) donde THULE aparece mencionada como TILE |
En realidad, lo que creemos es que el nombre de TILE es una evocación de la vieja THULE y que ésta es la razón por la que éstas tierras fueron llamadas así. De esto estaba esotéricamente informado nuestro Padre Patrio, don José Miguel de la Carrera y Verdugo, quien, no sin conocimiento, hizo poner en el frontis del escudo nacional (el Escudo de la Primera República) la siguiente críptica leyenda hasta hoy muy mal comprendida e interpretada: POST TENEBRAS LUX. Si se lee mi artículo sobre el significado del nombre de Thule, publicado en este Blog, se entenderá el sentido de esa leyenda en el Escudo. THULE significa precisamente que el triunfo sobre la muerte (en el caso de la naciente república de Chile, la independencia del tirano francés) se conquista a través de un camino que va de la oscuridad a la luz (Post Tenebras Lux). Pues es ése un primado de significación esotérico-alquímico. Pero hay todavía más: en la bandera elegida para presidir el pabellón de la naciente república el Padre de la Patria utilizó los colores de la Aurora de Thule (el azul, el blanco y el amarillo) e hizo poner en una esquina de la franja superior, la franja blanca una Cruz de Santiago en color rojo. Es esta cruz un fyrfos, una esvástica encriptada[4]. Completando con ello una asociación más que sincronística con la vieja Thule, a la que estamos unidos por tradición y destino.
[1] En La Araucana, Alonso de Ercilla (1533-1594) escribió: “Es una provincia grande que contiene en sí muchas provincias; nómbrase Chile por un valle principal llamado así; fue sujeto al Inga rey del Perú, de donde le traían cada año gran suma de oro”.
[2] El cronista González de Nájera (¿?-1614), en Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile, dice: “Chile quiere decir ‘frío’ en lengua de algunos naturales, nombre que le fue dado por ser excesivamente fríos los vientos que corren de sus nevadas sierras en tiempos de invierno, en las partes que caen al sur”.
[3] Don Diego de Rosales [1601-1677], escribió que el nombre de Chile provenía del nombre del cacique “Tile” del valle del Aconcagua. Y que cuando Diego de Almagro partió del Cuzco hacia el sur a coger oro, se encontró con indios que llevaban el tributo de oro para el Inca “y que preguntándoles de donde venían, respondieron que de Tili, y los españoles trabucaron (cambiaron) el nombre Tili en el de Chile, por cuanto les sonaba mejor y era más conforme a su lengua general”.
[4] Al
respecto, invito a mis lectores a leer a Guido von List, particularmente los libros del GUIDO-LIST-BUCHEREI.