sábado, 24 de abril de 2021

Los Filisteos y los pueblos del Mar

Por Hyranio Garbho

 

Si hay algo que caracteriza a los ario–frisones de las sagas del Oera Linda es la navegación. Ellos mismos se auto–definen, una infinidad de veces, como los “pueblos del mar”. La expresión “stjurar”, que puede muy bien ser traducida como “navegante”, o como “gente del mar”, aparece por todas partes en el texto. En todos los casos ella define el rasgo común de los antiguos frisones. Nêf Tünis y Nêf Inka son, quizá, su testimonio más contundente. Pero también Jon, quien junto a Nyhellênja navegó el mediterráneo y llegó hasta las costas de Grecia y el Asia menor. En ese sentido, la definición de los ario–frisones como “pueblos del mar” no es baladí; y, en nuestra opinión, no puede pasar desapercibida. Ella está íntimamente vinculada, conforme al juicio que nos impone la relación de los hechos, con uno de los misterios más apasionante de la historia del mundo antiguo: el enigma de los filisteos y su rol nunca bien ponderado en el drama de la antigüedad remota. 

 

De los filisteos la historia oficial informa que su origen permanece incierto. Aparecen tempranamente mencionados en algunos documentos egipcios antiguos que dan cuenta sobre ciertos “pueblos del mar”. Los filisteos son allí llamados como “peleset”. Conforme a estos textos los “peleset” o “filisteos” se habrían establecido en la costa suroeste de Canaán, en la actual Franja de Gaza (Palestina), extendiéndose desde allí hasta la región ocupada hoy por Israel. Esta geo–localización, como muy bien puede advertirse, vinculará a los filisteos con los hebreos, y dará lugar a una serie de relatos bíblicos ampliamente conocidos y comentados –una de estas historias es la que enfrenta a Goliat contra David, la cual, por su carácter simbólico, conviene tratar al final de este capítulo. 

 

En la Biblia los filisteos son llamados “pelistim”. De ellos se dice que vienen de Egipto[1]. Pero los egipcios los identificaban con los “pueblos del mar”, cuyo origen se hallaba en el mediterráneo, particularmente en Creta. Autores recientes hablan también del mar Egeo[2] y del Asia menor. En cualquier caso, todos los investigadores refieren la zona marítima mediterránea, aledaña a la Grecia del pasado. Descubrimientos[3] recientes sitúan el origen de los filisteos mucho más al occidente. Estos señalan regiones como Cerdeña y España. Pero aún más importante es lo que las mismas informan sobre la filiación genética que arroja el análisis del ADN de los antiguos filisteos. Una investigación llevada a cabo hace poco por Michal Feldman, Daniel Master y otros[4], centrada en el análisis de los restos óseos de individuos enterrados en la ciudad filistea de Ascalón, sugiere que los filisteos son, en verdad, de raza europea, es decir, de origen ario. Este dato constituye, por sí solo, una pieza de información importantísima, toda vez que hasta el presente se ha identificado a los filisteos con los palestinos actuales –de hecho el nombre “Palestina” viene, precisamente, de la palabra “Filistin”, o sea, “Filisteos”. Pero los palestinos son, en realidad, semitas, y su origen se halla entre las antiguas poblaciones semitas del levante mediterráneo. En este sentido, genéticamente hablando, los palestinos están más cerca de los judíos que de los filisteos del pasado. Son, de hecho, poblaciones emparentadas por filiación sanguínea en una proporción superior al noventa por ciento. Pero los filisteos, como se ha podido probar recientemente, no eran semitas, sino arios. Y este solo hecho nos obliga a replantear el asunto desde una perspectiva completamente nueva y distinta.

 

Tomemos como punto de partida para nuestras ideas los hechos que hemos venido tematizando aquí. Primero, la identificación de los filisteos, en los textos antiguos, con ciertos “pueblos del mar”. Y segundo, los descubrimientos científicos que sugieren un origen ario de los filisteos. Uno y otro dato hablan, en verdad, por sí solos. Pero la explanación de sus detalles nos adentrará en un mundo verdaderamente nuevo y desconocido; y de paso, nos aportará un ingente material de información clave en la perspectiva de probar la historicidad de los relatos del Oera Linda y al mismo Oera Linda, además.


 

Jeroglífico egipcio que contiene la expresión de “Pueblos del Mar”

 

Se denomina como “Pueblos del Mar” a un conjunto de pueblos que migraron al Medio Oriente y a Egipto, provenientes del mediterráneo, en el Bronce tardío (aproximadamente en el segundo milenio antes de la Era Común). Este dato calza a la perfección con las sagas del Oera Linda. Conforme a la historiografía oficial los “Pueblos del Mar” navegaron por la costa oriental del mediterráneo e invadieron Egipto, promediando la época de la decimonovena y vigésima Dinastía. Estas invasiones hicieron posibles los primeros registros sobre los “Pueblos del Mar”. Testimonios conservados en Biblos y en Amarna constituyen parte de las más antiguas fuentes históricas que los refieren. En Biblos, en el obelisco que se alza en su Templo, los jeroglíficos testimonian la existencia de los likios, uno de los tantos pueblos del mar. En las cartas de Amarna se menciona a los shardan (También existe una carta en Amarna que hace referencia a los likios, a los alasiyas y a los danunas como pueblos que atacaron las aldeas de Egipto). Los documentos de Ramses II y Ramses III, los de Merenptah, las cartas de Ugarit, etc., constituyen otros tantos testimonios sobre estos misteriosos pueblos. Los mismos “peleset”, identificados con los filisteos, aparecen mencionados en los documentos de Ramses III, particularmente, en aquellos que hacen referencia a la última campaña militar que dirigió contra ellos en el Levante Mediterráneo. La lista de evidencias es considerable[5]. Tjekers[6], shardanes[7], likios[8], turshas[9], sheklesh[10], danunas[11], kawashas o weshes[12] y peleset[13] aparecen constantemente mencionados en las inscripciones egipcias más antiguas y están diseminados por todas partes en el país. No obstante, todo lo anterior, hasta el último cuarto del siglo XIX, los “Pueblos del Mar” eran apenas conocidos en el mundo moderno. ¿Por qué tanta deliberada ignorancia a su respecto?

 

La expresión “Pueblos del Mar” fue usada en Francia, por primera vez, promediando la época que se publicó el Oera Linda. Pertenece al egiptólogo francés Emmanuel de Rougé. Basado en Rougé, algún tiempo después, Gaston Maspero, otro egiptólogo francés, acuñó esta expresión y la hizo extensiva a todos estos pueblos referidos por las fuentes. Esta denominación, en todo caso, tiene un fundamento histórico y etimológico en las propias inscripciones antiguas, pues aparecen en los documentos del faraón Merenptah, particularmente en la Gran Inscripción de Karnak.

 

Es particularmente importante señalar la época en que esta expresión vino a hacerse común entre los eruditos egiptólogos de finales del siglo XIX. Pues, si en el peor de los casos, el Oera Linda, hubiese sido escrito a inicios de ese siglo, como pretenden demostrarlo sus detractores, ¿cómo es posible que sus autores conocieran y usaran una expresión que vendrá a ponerse en boga medio siglo después? Enigmática cuestión es ésta y un punto a favor de la autenticidad del viejo manuscrito frisón. El Oera Linda usa la expresión “pueblos del mar” para auto–referenciarse y distinguirse de todos los demás pueblos de la tierra. Pero, más allá de la expresión, propiamente tal, que en cualquier caso podría ser, para muchos, incluso, anecdótica, existe el hecho que ellos eran pueblos navegantes del mar del atlántico norte y particularmente, también, del mediterráneo. Sobre la existencia de estos pueblos la historiografía moderna permanece muda hasta mediados del siglo XIX. Si el Oera Linda fue escrito, como pretenden sus detractores, a inicios de ese siglo ¿cómo pudieron saber sus autores sobre estos pueblos? Sobre todo, si en relación con ellos no se adelanta ninguna experticia particular sobre la egiptología. Es, como puede apreciarse, prácticamente imposible. 

 

Conforme a las sagas del Oera Linda dos experimentados navegantes frisones marcharon con dirección al mediterráneo promediando el año dos mil antes de la Era Común. Estos dos navegantes eran Nêf Tünis y Nêf Inka. En Kâdik (estrecho de Gibraltar) separaron sus rumbos. Nêf Inka tomó la ruta hacia occidente y recaló en las costas del continente americano. Nêf Tünis, en cambio, se internó en el mediterráneo y fundó colonias ario–frisonas en Pantelaria, en Tunez, en Grecia, en Egipto, en Asia Menor, en Palestina y llegó, incluso, en el valle del Ganges, a la India. Una serie de oleadas migratorias y conquistadoras le sucedieron. La última de ellas pudo haber sido la de Jon y Nyhellênja, unos seiscientos años antes del cristianismo. Esto es lo que refiere, en síntesis, la obra del Oera Linda. Ahora bien, si contrastamos esta información con lo referido, de manera independiente, por la ciencia oficial, tenemos que la coincidencia, en la sucesión de los hechos, es asombrosa. En la misma época que el Oera Linda refiere los movimientos de Nêf Tünis por el mediterráneo, los documentos de la ciencia oficial hablan de la aparición de unos pueblos del mar, venidos de occidente. Estos pueblos, como se ha demostrado recientemente, eran de origen ario, lo mismo que los pueblos de las sagas del Oera Linda. A la luz de todas estas evidencias no nos cabe más que aventurarnos en la hipótesis de que los así llamados “Pueblos del Mar” no son otros más que los ario–frisones de las Sagas del viejo manuscrito frisón.

 

La llegada de los ario–frisones a Palestina está documentada, en el Oera Linda, en los textos inscritos en el Burgo de Stavia[14]. Allí, tras referir los periplos de Nêf Tünis, desde la nórdica ciudad de Dênemarka, a la ciudad mediterránea de Thyrhisburgt, situada en el norte de África, en el actual Túnez, se narra cómo fue que los expedicionarios frisones llegaron a Palestina. En el texto esta región es llamada Sydon y abarca, más allá de las fronteras de Israel y el Líbano, todo cuánto hoy forma parte del occidente de Siria y Jordania y las extensiones egipcias del Sinaí. En la mencionada inscripción se puede leer: “Cuando (los frisones) estuvieron bien establecidos enviaron a algunos viejos marineros y mâgiares a una expedición hasta la ciudad de Sydon. Al principio los habitantes de la costa, que no tenían nada que ver con ellos, decían: “Sois sólo unos aventureros extranjeros a quienes no respetamos”. Pero cuando les vendieron algunas de nuestras armas de hierro, todo comenzó a ir bien. También deseaban comprar nuestro ámbar, y sus demandas al respecto eran incesantes... Luego vinieron los comerciantes y le rogaron que les dejara tener veinte buques, los que cargarían con los mejores productos y proveerían con cuanta gente se requiriera para los remos. Doce naves fueron entonces cargadas de vino, miel, cuero curtido, y sillas y bridas montadas en oro, como nunca antes se había visto.” De esta forma es como el Oera Linda narra el primer encuentro entre los navegantes frisones y las tribus locales que habitaban la región de Palestina (Sydon). Sobre las relaciones que entonces van a tener lugar, entre unos pueblos y otros, conviene detenerse un poco y analizarlas, desde una perspectiva paradigmática y arquetípica. En este análisis desplegaremos nuestras principales hipótesis sobre los pueblos del mar, los frisones, los filisteos, y la región ancestral de Palestina. Vayamos pues a ello.

 

Conforme a la luz de las evidencias desplegadas más arriba los históricos “Pueblos del Mar” son los pueblos “ario–frisones” de las Sagas del Oera Linda. Éstos habrían colonizado grandes extensiones del Mediterráneo a partir del segundo milenio antes de la aparición del cristianismo. En esto coinciden los informes sobre los “Pueblos del Mar” y las leyendas sobre los “ario–frisones” del Oera Linda. Uno de estos pueblos habría sido llamado, por los egipcios, como “peleset”[15]. Los testimonios más antiguos sobre los “peleset” se hallan entre los documentos del reinado de Ramses III y el Papiro Harris I. Tanto la historiografía oficial, como nosotros, coincidimos en afirmar que los antiguos “peleset” se corresponden con los así llamados “filisteos” de la Biblia. De este modo, si los “filisteos” son los “peleset”, entonces los “filisteos” son uno de los tantos pueblos del mar, de origen nórdico–ario, que recorrieron las costas del mediterráneo, conquistando a los más diversos pueblos de la región y expandiendo su cultura. Hacia el año 1200 antes de la Era Común tenemos que los filisteos aparecen ya establecidos en la región occidental de la actual palestina. Entonces tendrán lugar una serie de eventos que vendrán a enfrentar a los filisteos con un oscuro pueblo semita, venido de la región del Sinaí, y conocido de común como los israelitas. Estos enfrentamientos coparán gran parte de las narraciones contenidas en los bíblicos libros de Samuel, Jueces y otros.

 

Conforme nos refiere la historiografía oficial, hacia el siglo XII, antes de la Era Común, los filisteos se hallaban cómodamente establecidos, a lo largo de toda la costa de Canaán, en ciudades como Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón y Gat. Tenían amplios conocimientos del Hierro y otros metales, lo que es coincidente con los relatos del Oera Linda. Esto les confirió una ventaja militar considerable y les empujó a la conquista de todos los otros territorios de la región, inclusive hacia el valle del Jordán. Por el sur de Canaán invadieron a los israelitas y los sometieron al punto de ser considerados, por éstos, como el mayor peligro para Israel. Estos eventos son, para nosotros, extraordinariamente importantes, porque marcan, desde una perspectiva arquetípica y paradigmática, uno de los primeros encuentros entre estas dos visiones del mundo (la aria y la semítica), en un nuevo contexto histórico. 

 

Los testimonios más antiguos sobre la enemistad y contraposición de los arios y semitas, en el marco de la última era de la humanidad (o sea, lo que concierne a la época que se inicia con la invención de la escritura)[16], hallan, en los relatos que enfrentan a filisteos e israelitas, su ejemplo más característico y paradigmático (A esto es a lo que nos referíamos cuando más arriba escribíamos sobre el arquetipo que enfrenta a Goliat contra David). No se trata allí sólo de una contienda entre tribus enemigas que batallan por el dominio de territorios o influencias, sino de la confrontación arquetípica entre dos visiones del mundo por completo diferentes, contrapuestas e irreconciliables. El Oera Linda marca muy nítidamente esta contraposición y diferencia cuando refiere los rasgos distintivos de los proto–habitantes de Sydon, identificados con las tribus semitas que, a partir del contacto con los ario–frisones, pasarán a formar parte de la escena habitual de estos últimos. Allí se les describe como falsos, cobardes e hipócritas, proclive al cultivo de las ciencias ocultas, la magia negra, el chamanismo y los rituales de sangre. Pueblos sin “honor”, inclinados al pillaje y al comercio mal habido, fuertemente materialistas, con los cuales se mantienen relaciones de permanente conflicto[17].  

 

Es para nosotros un hecho irredarguible que la historia de los filisteos encuentra, en las Sagas del Oera Linda, un eco inexcusable. Al igual que las otras referencias a los pueblos del mar y sus constantes apariciones en la vasta región del mediterráneo. Hasta ahora esta cuestión no se había planteado jamás, en toda la extensa bibliografía que refiere estos hechos. Por lo que comporta una conquista considerable de nuestros trabajos y nuestras investigaciones venirlo a proponer aquí. Lo mismo que todas las otras identidades y relaciones que hemos establecido en este libro. Valgan todas ellas para una reescritura de la Historia y una nueva visión sobre los hechos del pasado que recién comienza a desarrollarse.

 



[1] Génesis 10, 13–14

[2] Tischler, All the Things in the Bible

[3] Cfr. Michal Feldman, Daniel Master y otros “Ancient DNA sheds light on the genetic origins of early Iron Age Philistines”. 

[4] Ibid

[5] Aparte de los Documentos de Amarna y Biblos existen otra serie de evidencias entre los Documentos de Ramsés II y Ramsés III. Los pueblos del Mar son mencionados muchas veces en los relatos que refieren las Batallas del Delta y del Qadesh. Los registros se hallan en la Estela II de Tanis y en la Estela de Asuán; y también en los templos de Luxor, Abydos, Karnak y Abu Simbel. Hay también referencias a los pueblos del Mar en el papiro Sallier III y en el papiro Harris I. Respecto de las evidencias que atañen a los Documentos de Merenptah y a las cartas de Ugarit cabe mencionar, con relación a los primeros, la Gran inscripción de Karnak, que relata la Batalla contra la confederación de los Nueve Arcos, en el Delta occidental, y las evidencias que proveen el Obelisco del Cairo, la Estela de Atribis y la Estela de Merenptah; y con relación a los segundos, las cuatro cartas de Ugarit, datadas alrededor del 1200 a.C., que conservan la memoria de Hammurabi, el último rey de Ugarit.

[6] Pueblos arios que se asentaron presumiblemente en la región de Creta y emigraron luego a Anatolia.

[7] Los shardanes fueron pueblos del mar, de origen ario, que provenían, probablemente, de la región de Cerdeña, aunque también se ha escrito que venían de la antigua Sardes, en el asia Menor.

[8] Los likios, probablemente en razón de semejanzas vocálicas, han sido identificados como uno de los pueblos del mar procedentes de la región de Licia en el asia Menor.

[9] Los turshas o teresh constituyen pueblos del mar relacionados con los antiguos troyanos.

[10] Los sheklesh o shekelesh eran pueblos arios que venían, probablemente, de la región de Sicilia. 

[11] Los danunas o denyen han sido emparentados con los antiguos aqueos.

[12] También los weshes o kawashas o ekweshes han sido emparentados, lo mismo que los danunas con los antiguos aqueos.

[13] Conforme a la historiografía oficial uno de los pueblos del mar identificado con tribus arias procedente de Creta.

[14] Cfr. Oera Linda, versión castellana de Hyranio Garbho, pág. 94 y 95. El título de este capítulo en el texto frisón original es “Thit ella stet navt allêna vpper Waraburch men ok to thêre burch Stavia, thêr is lidsen aftere have fon Stavre”, que puede traducirse como “Todo esto está inscrito no sólo en el Waraburgt, sino también en el Burgo de Stavia, que se encuentra detrás del Pórtico de Stavre”.

[15] Una de las pruebas más contundentes, a nuestro entender, de que los “peleset” o “filisteos” eran, auténticamente, un pueblo extranjero en la región de Canaán, lo constituye la “Estatuilla de Padiiset”, conservada hoy en un Museo Privado (Walters Art Museum). Allí se testimonia que los filisteos eran una etnia completamente diferenciada de los autóctonos cananeos, incluso en la lengua que hablaban.

[16] Es importante advertir al lector que para la clasificación de los diversos períodos históricos no me sirvo yo de las clásicas referencias modernas. Lo que aquí llamo “Última Era de la Humanidad” se corresponde con el largo y extenso período que los historiógrafos modernos llaman “Historia”. Así, todo lo que constituye la “Historia conocida”, por oposición a la Pre–Historia, desde la invención de la escritura, hasta nuestros días (un extenso período de tiempo que contempla unos seis mil años), forma parte de lo que yo llamo la “Última Era de la Humanidad”.

[17] En rigor, más que de un pueblo, propiamente hablando, el Oera Linda hace referencia a los habitantes de Sydon como una casta sacerdotal. Se les llama “Trowydas” o “Golen”, y en el texto se les describe, cada vez que se les menciona, con los peores adjetivos. 

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